La Biblia dice en Proverbios 23:19-21
Oye, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino. 20 No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; 21 porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos.
Introducción
En este mundo encontraremos toda clase de personas y de todas ellas nos relacionaremos con algunas y las convertiremos en parte de nuestra vida. Somos seres sociales y es natural que nos hagamos de amigos y conocidos en nuestra existencia diaria y por eso el libro de Proverbios nos llama a ser muy selectivos.
Nos ha pedido en versos anteriores que tengamos cuidado de no dejar ingresar a nuestra vida a los iracundos, nos ha solicitado tener cuidado con el avaro, recientemente nos pidió que no envidiáramos a los pecadores y ahora nos solicita que tengamos cuidado con los bebedores de vino y con los comedores de carne.
Casi la mayoría de las versiones modernas traducen estas dos expresiones como borracho y glotones. Es válido, pero también podríamos decir que se refiere a todos aquellos que viven única y exclusivamente para el placer o para agradar sus sentidos que los hacen descuidar el tiempo de vida útil que los seres humanos tenemos.
En un amplio sentido se trata de personas que por alguna razón son incapaces de dedicarse a trabajar en algo que les reditúe bienes y se dediquen a pasarla bien en dos aspectos que a muchos fascinan como la bebida y la comida y no es que esté malo hacerlo, de hecho Eclesiastés nos da la recomendación de comer y beber del bien de nuestra labor.
Sin embargo, lo que censuran los sabios de Israel es que las personas se dediquen exclusivamente a vivir para beber y comer porque este descuido los llevará a la pobreza una condición que solo es aceptable en aquellos que la calamidad o la desgracia les ha arrebatado sus bienes. Pero nunca que por el placer pierdan sus oportunidad de bienestar.
Pero además del vino y la comida, los proverbistas incluyen el sueño o dormitar, otro de los grandes placeres que el cuerpo asimila con mucho agrado y que si no se sabe manejar conduce a la pereza, uno de los vicios más condenados en la Escritura porque supone la falta absoluta de interés por trabajar o buscar una labor para salir adelante.
30 desafíos éticos dichos por los sabios
El desafío de evitar la disipación para prosperar
A. Porque desvía del camino
B. Para cuidarnos de los demás y de nosotros mismos
C. Para no empobrecerse
El tono de los treinta desafíos éticos dichos por los sabios es el de un padre hablando con su hijo o hija. La formación básica de un individuo se desarrolla en el seno familiar. Los padres son los grandes pedagogos de los hijos. La instrucción es uno de los grandes temas de Proverbios y debe ejercitarse por los padres.
Los padres son los maestros por excelencia. Los hijos no son otra cosa que el resultado de la formación que los progenitores hicieron con ellos. Claro que hay excepciones, pero esencialmente nuestros hijos son el resultado de la presencia o ausencia de disciplina en el hogar. Los maestros de las escuelas influyen, pero en menor grado frente a los papás.
De esa forma se entiende el llamado que se la hace a un hijo para que sea sabio y no se desvíe de la camino en el que lo han instruido. La palabra camino tiene la connotación de la vida. El estilo de vida en que ha sido formado en su hogar debe tenerlo presente y debe actuar con sabiduría. Hemos hablado que la sabiduría es la capacidad de tomar decisiones.
No hay sabiduría y el camino de un hijo se desvía cuando se deja llevar por el vino, el exceso de comida (glotonería) y el sueño o la pereza. Eso son los grandes temas que los sabios de Israel quieren que reflexionemos. La exhortación no es exagerada. Esos tres placeres no controlados conducen inexorablemente a la pobreza.
La disipación es la entrega fácil o frecuente de una persona a las diversiones descuidando las cosas importantes de la vida como el trabajo y su crecimiento personal. La disipación es riesgosa y peligrosa.
Estos versos están íntimamente ligados a Deuteronomio 21: 18-21 que dice de la siguiente manera:
Si alguien tiene un hijo desobediente y rebelde, que no hace caso de lo que le dicen sus padres, y que ni siquiera cuando lo castigan los obedece, 19 sus padres deberán llevarlo ante el tribunal de los ancianos de la ciudad, 20 y decirles: “Nuestro hijo es desobediente y rebelde; no nos obedece en nada, es un pervertido y un borracho.” 21 Entonces todos los hombres de la ciudad lo matarán a pedradas. Así acabarán ustedes con la maldad que haya en medio de su pueblo y, al saberlo, los israelitas sentirán temor.
A. Porque desvía del camino
La vida es como un camino. La vivimos bajo criterios que se sustentan en lo aprendido en casa. A falta de una noción de la vida en el hogar, nuestra existencia se desarrolla en función de lo que oímos de otros, de lo que vemos en otros y de lo que a nuestro personal razonamiento entendemos.
En el caso de los hebreos la formación se sustentaba y se sustenta aún hoy en día en las valiosas aportaciones de la sabiduría milenaria de los proverbios que recogieron la experiencia de miles de generaciones y legaron al pueblo de Israel conocimiento y enseñanza de vida.
Los padres responsables toman de esas ricas experiencias para enseñarlas a sus hijos para que de esa forma el camino que tomen o la vida que emprendan pueda tener brújula y norte para que no se pierdan o se desvíen del camino trazado para sus vidas. Esa es la razón por la que los dichos de los sabios utilizan la relación padre-hijo.
La diversión en placeres como la comida, la bebida y el sueño desvían literalmente del camino porque nos apartan del trabajo duro y constante y nos hacen perder tiempo valiosísimo que es el más grande de los recursos que las personas puedan tener porque el tiempo pasa y si no se aprovecha nunca más retorna.
Es tan delicado este tema que el mismo libro de los Proverbios declara: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” Luego entonces se debe tomar con toda atención está clase de llamado porque se puede estar a tiempo de enderezar el camino.
B. Para cuidarnos de los demás y de nosotros mismos
Hay tres vicios, malos hábitos o acciones que nos pueden dañar: dos tienen que ver con quien nos relacionamos y uno con nosotros mismos. Los proverbistas hablan de no estar con los bebedores de vino y los comedores de carne, pero luego agrega que no se debe dormir mucho o dar mucho sueño a los ojos.
Los primeros dos tiene una relación estrecha sobre a quienes debemos evitar en esta vida y como debemos cuidarnos nosotros mismos de cosas que nos pueden hacer daño y desviar de la senda correcta. Es decir hay peligro hacia fuera de la casa, pero también hacia dentro de ella si no somos capaces de vivir sobriamente.
Los bebedores de vino son presentados en otras versiones como los borrachos. Los beodos son descalificados dentro de nuestras amistades porque inevitablemente nos conducirán a embriagarnos. La embriaguez es fuente de desgracias, infortunios y sufrimientos sin par en esta vida.
Las historias se cuentan por miles en México y otras latitudes. Lo que comienza como un inocente descubrimiento del placer etílico deviene casi siempre en la semilla o el germen una penosa y dolorosísima experiencia donde sufre quien cae en las garras del alcohol y sus seres queridos.
Hay un llamado vehemente de “no estar con ellos” se trata de no seguir su estilo de vida, de no imitarlos, de no parecernos a ellos.
Con ese mismo énfasis los proverbistas nos piden que seamos sensatos y sabios a la hora de relacionarnos con los comedores de carne. Otras tantas traducciones lo traducen como glotones. En la Vulgata Latina la expresión para referirse a este tipo de personas recurrió al término banquete, convivium (convivio) y convite.
Los banquetes romanos que es la idea que utilizan tanto la versión LXX como la Vulgata Latina cuando traducen del hebreo la frase “se atracan de carne” o glotón como se traduce en Deuteronomio 21: 20. Los banquetes o convivios romanos eran excesivamente disipados. No había medida y generalmente llevaban a excesos sexuales.
La idea del Proverbios es que tengamos mucho cuidado con caer en esta clase de conducta porque iba a dañar severamente la vida de una persona y la conduciría irremediablemente a lo que Deuteronomio 21: 20 denomina “ben sorer umoré” que quiere decir el hijo descarriado y rebelde que merecía ser lapidado.
En tercer lugar encontramos el sueño relacionado casi siempre con la pereza. Dormir mucho y descuidar las labores es condenable en todo el libro de Proverbios. Desde el capítulo seis donde se le pide a los holgazanes fijarse de la hormiga que no tiene capitán ni señor y en el verano prepara su comida para el invierno.
C. Para no empobrecerse
Una vida disipada irremediablemente nos lleva a la pobreza. La pobreza es un estado indigno del hombre porque lo lleva a una condición que nunca Dios pensó para nadie. En el caso de las personas que se empobrecen por su actitud y su desviación hacia el placer y la pereza la condena es enorme.
Se trata de personas que no debían de vivir de esa manera, pero que en razón de su descuido y negligencia, pero sobre todo, debido a que les gustó más el placer que la sobriedad cayeron en esa semejante condición y eso es exclusivamente imputable a ellos y no a otros ni a las circunstancias.
Entendemos que hay dos clases de pobreza: la que surge del infortunio. La muerte prematura de los padres. Una prolongada enfermedad. Una desgracia familiar o algo parecido. En esa clase de pobreza el menesteroso fue ajeno y totalmente pasivo ante las circunstancias.
Pero la pobreza nacida de la actitud y descuido personal es lamentable y condenable porque surgió o nació por la actitud de la persona que quiso más la diversión y el placer que ponerse a trabajar.