La Biblia dice en Proverbios 4:26
Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos.
En este proverbio Salomón nos pide que hagamos dos cosas. La primera que analicemos minuciosamente nuestra existencia y la segunda que analicemos hacia donde la estamos dirigiendo. La vida es tan breve que podemos desperdiciarla sin darnos cuenta y de pronto descubrir que ha pasado y no hicimos nada con ella. Es un ejercicio duro, pero necesario.
En termino simples el proverbista quiere que nos preguntemos qué soy y qué hago con lo que soy, interrogantes fundamentales para conocernos y saber el propósito de nuestra vida sobre esta tierra, lo que nos permitirá descubrir si estamos viviendo de acuerdo a un objetivo o estamos viviendo por vivir.
Y es que una de las tareas más difíciles y menos recurrente en la vida de las personas es hacerse un examen personal para revisar con honestidad y sinceridad su conducta, a fin de enmendar errores, corregir malos hábitos o de plano buscar una profunda transformación de su existencia. Necesitamos siempre hacer una especie de “corte de caja” para pensar.
Muchos seres humanos vivimos como si nuestra existencia fuera perfecta. Obviamos la necesidad de una revisión, si no constante, si por lo menos de tiempo en tiempo que nos permita una especie de “auditoria personal” para encontrar faltantes o sobrantes de nuestro diario vivir. A ningún lado nos llevará pensar que todo lo que hacemos está bien.
Pero de la misma importancia es saber si estamos invirtiendo nuestra vida en un proyecto que vale la pena, si lo que diariamente hacemos nos trae satisfacción y provoca que quienes nos rodean se sientan si no satisfechos, por lo menos no inconformes. Generalmente una persona que disfruta lo que hace transmite alegría y buen estado de ánimo.
Si invertir dinero es una decisión que debe hacerse con todo cuidado y responsabilidad, invertir nuestra vida debe hacerse todavía con más delicadeza porque de ello dependerá grandemente que al final de nuestros días tengamos o cosechemos alegrías y no frustraciones o resentimientos.
El consejo de Salomón es muy oportuno siempre porque nos ayuda a pensar y repensar sobre nuestra vida y lo que estamos haciendo con ella. Siempre es buen tiempo para rectificar. Nunca será tarde para enmendar. Dios nos ayudará a reordenar lo que tengamos que reordenar.
Contamos siempre con la ayuda de Dios a la hora de reconstruir nuestra vida.