La Biblia dice en Filipenses 2:20
“Porque no tengo a ningún otro que comparta tanto mis propios sentimientos y que de veras se preocupe por el bien de ustedes.”
La versión Reina Valera 1960 traduce la frase “mis propios sentimientos” como “el mismo ánimo”. La expresión griega para esas palabras es “isopsuchos” que se traduce como una misma alma, una misma mente y por consiguiente puede vertirse como afinidad o una misma identidad.
Y eso fue lo que encontró Pablo en Timoteo, a quien consideró su hijo espiritual y a quien le escribió dos cartas personales que junto con la epístola de Tito configuran las cartas pastorales en las que establece el perfil del liderazgo que se necesita en la iglesia y las necesidades que se requieren cubrir como ministro del evangelio.
Lucas, el historiador de la iglesia, describe los desencuentros que Pablo tuvo con Bernabé y Juan Marcos, que aunque fueron superados con el tiempo, y el propio apóstol Pablo señala las diferencias marcadas con Pedro en Galacia cuando Pedro se apartó de los gentiles a la llegada de los judíos, en Timoteo encontró a un fiel colaborador.
La afinidad que tenían, Pablo la destaca porque en ese joven, hijo de una judía y padre griego, encontró a quien tuvo la misma pasión que él por la obra del Señor. Pablo se sintió sumamente complacido cuando descubrió que ese muchacho que conoció en Listra en su segundo viaje misionero tenía los mismos deseos que él para servir al evangelio.
Y eso no era cualquier cosa porque Pablo hizo de la proclamación del evangelio el sentido de toda su existencia. Viajó por tierra y por mar para llevar las buenas nuevas de salvación hasta el último rincón del imperio romano, y Timoteo lo acompañó cuando así se lo pidió, lo esperó cuando se lo solicitó o fue enviado a una ciudad, sin importar la distancia.
Es sumamente gratificante encontrar en esta vida personas que compartan la misma intensidad por el servicio a Cristo. Timoteo fue un hombre que mostró el mismo talante que Pablo y el apóstol lo reconoce porque ninguno de los que rodeaban a Pablo fue tan dedicado a la obra de Cristo.
Timoteo supo perfectamente copiar a Pablo en la determinación de servir a Dios, entendió que la evangelización debe hacerse con entrega y dedicación y sobre todo supo serle leal a su padre espiritual hasta el último momento.