La Biblia dice en Joel 2:1

“Toquen la trompeta en el monte Sion; den el toque de alarma en el santo monte del Señor. Tiemblen todos los que viven en Judá, porque ya está cerca el día del Señor.”

Los profetas de Israel hablaron siempre del conflicto que libraría Jerusalén, su santa ciudad. Desde su fundación en tiempos del rey David, la más hermosa de todas las ciudades ha vivido en permanente conflicto. Asirios, babilonios, griegos y romanos la asedieron y atacaron en la antigüedad, pero ha sobrevivido a pesar de todo, aun en tiempos modernos.

Roma la destruyó en el año setenta de nuestra era y comenzó el más prolongado de los exilios que han vivido los hebreos. Fueron expatriados de la tierra que Dios juró a su padre Abraham que le daría a su descendencia y vagaron por reinos y naciones y de allí se acuñó la frase “vagas como judío errante” y como no si no tenían patria.

Fue hasta 1948 cuando una resolución de la Organización de las Naciones Unidas creó el Estado de Israel en lo que desde hace miles de años fue su lugar de residencia y tras diversas negociaciones retornaron a su patria y hoy allí viven cerca de siete millones de judíos, no sin conflictos y guerras interminables con palestinos y algunos países árabes.

Las alarmas están de nueva cuenta encendidas hoy, como hace unos dos mil quinientos años cuando el profeta Joel escribió el verso que hoy meditamos y que anuncian la cercanía del regreso del Señor. Israel, el monte de Sion y la santa ciudad de Jerusalén están de nueva cuenta bajo asedio.

Irremediablemente esta situación nos lleva a pensar en la promesa que el Señor Jesucristo nos hizo: volverá a juzgar a los vivos y a los muertos y a nosotros a recogernos para llevarnos al cielo. Los acontecimientos estremecedores en Israel no son sino la manifestación clara y llana de que lo que la Escritura señala y que tendrá su cabal cumplimiento.

Miedo y angustia llenan nuestro corazón con las imágenes que nos llegan de medio oriente, pero todo ello tiene que acontecer como preámbulo del arrebatamiento de la iglesia para su reencuentro con su amado Señor, que viene en las nubes y todo ojo le verá, incluso los que le traspasaron.

La alarma en el monte de Sion nos recuerda que nuestra redención está más cerca de lo que pensamos o creemos.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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