La Biblia dice en Proverbios 8:17

“Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.”

La sabiduría es personificada en este capítulo. Salomón tiene el interés de que sus lectores puedan entender el valor de ser sabios y recurre a este recurso para mostrar que la sabiduría ni está distante, ni tampoco se esconde, sino que está muy cerca de todos, siempre y cuando quieran seguirla.

La intención de Salomón es muy clara: quiere que todos sepan que la necedad o insensatez se puede combatir si se tiene interés y sobre todo si se desea salir de ese estado tan deplorable para adentrarse en el mundo de la sabiduría que premia a quien la tiene como algo más valioso que el oro o la plata.

En el verso que hoy meditamos hay dos afirmaciones muy claras: la primera es que la sabiduría ama a los que la aman y la segunda es que la encuentran los que la buscan. En otras palabras la sabiduría esta siempre allí a espera, junto al camino, en las encrucijadas de las veredas y en los lugares donde se necesita su intervención para alcanzar el bien.

Se trata de un esfuerzo personal de parte de quien quiera alcanzarla. La sabiduría no vendrá a menos que se le busque. Se trata de hacer un propósito de vida llegar a ella. Un objetivo que nos haga sacar todas nuestras fuerzas y no desanimarnos cuando avanzamos poco o de plano parece que no la encontramos.

La sabiduría se debe amar. La palabra amar procede del vocablo hebreo “aheb” que tiene el sentido de algo por lo que se tiene un fuerte apego emocional, también se utiliza para expresar el deseo de poseer o estar en presencia de algo o alguien. La sabiduría nos desea, pero nosotros debemos desearla de igual forma.

Pero no basta con desearla, también se debe buscar y creo que allí es donde muchos tropezamos porque sí deseamos ser sabios, pero no nos esforzamos lo suficiente para buscarlo con todo el empeño que se requiere y entonces todo se queda en un simple deseo sin pasar a los hechos.

La sabiduría no es el conocimiento o información que una persona puede tener, sino la capacidad de tomar decisiones correctas en tiempos difíciles o problemáticos. La sabiduría se encuentra en las manos de Dios y entre más cerca estemos de su presencia mayor será la posibilidad de alcanzarla.

La sabiduría que hay en cada creyente es inversamente proporcional a la búsqueda que hace de Dios porque él es la fuente permanente e inagotable de sabiduría para saber qué hacer en aquellos instantes en los que las adversidades se nos vienen en cascada y no sabemos que hacer.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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