La Biblia dice en Ezequiel 11:13

Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro en tierra y clamé con gran voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel?

El exilio babilónico provocó que la mayoría de los judíos fueran llevados cautivos a esa nación y que un reducido grupo de hebreos quedarán en Jerusalén y a ellos les profetizó Ezequiel en momentos de gran incertidumbre cuando todos necesitaban oír una explicación sobre lo que estaba sucediendo y también qué hacer ante la nueva realidad.

Un grupo de veinticinco personas se erigieron en la voz autorizada para indicarles lo que tenían que hacer. No sabemos si tuvieron algún nombramiento oficial o si fueron los desesperados judíos que estaban en la desolada y destruida ciudad quienes los nombraron o se auto instalaron como la conciencia popular de sus conciudadanos
Ezequiel identifica a dos de ellos: Jaazanías y Pelatías, pero acusa a todos de dos cosas: 1. Maquinan perversidad y 2. Dan en esta ciudad mal consejo. Y por ambas razones Dios le pide a su siervo que profetice, lo cual comienza a hacer y justo cuando está cumpliendo con la instrucción del Señor, Pelatías muere.

El profeta queda impactado y por eso pregunta consternado y abrumado: ¿Destruirás del todo al remanente de Israel? La desaparición física de un hombre que hacía mal no lo celebra ni lo festeja, al contrario se acongoja e interroga a Dios para saber si es el comienzo del fin de quienes quedaron como remanente en Jerusalén.

Pelatías murió por plantarse entre los hebreos como el dirigente de ellos. Algo que definitivamente no estaba mal, puesto que no había organización, ni gobierno luego de la destrucción de la ciudad, pero su grave error fue la perversidad de sus planes y los erróneos consejos que daba a sus coterráneos.

Eran momentos de gran necesidad, un tiempo en el que se necesitaba la conducción divina para enfrentar y desarrollar acciones que hicieran menos dolorosas condiciones que estaba viviendo y lo último que se necesitaban eran hombres que hundieran más a su pueblo con ese tipo de actitudes.

Dios sanciona gravemente a quienes en lugar de ayudar a los desamparados y afligidos se aprovechen de ellos. Dios se desagrada grandemente con todos aquellos que en lugar de ayudar en momentos de necesidad busquen sacar provecho de la desgracia y calamidad. Dios confronta a los hombres y mujeres que ven solo por ellos y no por los menesterosos.

Aprovecharse de los necesitados en una conflagración o desgracia es una sentencia de muerte. Así lo comprobó el profeta Ezequiel.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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