La Biblia dice en Jeremías 17:5
“El Señor dice: maldito aquel que aparta de mí su corazón, que pone su confianza en los hombres y en ellos busca apoyo.”
El hombre se maldice a sí mismo cuando se aparta de Dios y coloca su esperanza en sí mismo. Ese es el sentido de las palabras que el profeta Jeremías le lanzó a la sociedad de su tiempo que había dejado los caminos del Señor y se había encaminado exclusivamente a tratar de vivir sin Dios en sus vidas. Era un ateismo práctico dentro del judaísmo.
El tema de la bendición y la maldición es recurrente en toda la Escritura. Cuando Dios creó todo lo que hoy vemos e incluso al hombre dijo que era bueno y en el caso de Adán y Eva los bendijo, pero luego del pecado de ellos la serpiente y la tierra fueron maldecidos por el Señor como una prueba del desagrado que le provoca la maldad y tratar de vivir sin Dios.
Desde entonces la maldición se asocia o se origina por la maldad. Los hombres y mujeres son causantes de ella por su conducta y generalmente por su desobediencia. El libro de Deuteronomio detalla con precisión que en esta vida hay solo dos caminos: el de la bendición y el de la maldición y cada persona debe elegir entre ambos.
El profeta Jeremías vivió momentos dramáticos entre su pueblo que se aparto de Dios y que cometió toda clase de vilezas, incluso la de encarcelarlo por señalar sus pecados tanto al pueblo como a sus gobernantes. La confianza en sí mismos los llevó a menospreciar la palabra del Señor y a sus mensajeros.
Jeremías lanzó un imprecación contra los judíos que se apartaron del camino del Señor y pusieron su seguridad y confianza en los hombres y colocaron en ellos su ayuda y apoyo porque Dios detesta y aborrece a quienes renuncian a confiar en Dios y ceden su resguardo a hombres finitos y débiles sin ninguna clase de capacidad para sortear adversidades.
Se trata no solo de confiar en otros, sino de esa perniciosa conducta de autosuficiencia, una vida sin depender de Dios, sino única y exclusivamente en las supuestas capacidades del hombre para sortear las adversidades como si a la hora de las crisis el hombre pudiera tener todas las respuestas.
Confiar en el hombre o confiar en uno mismo es un grave error y acarrea maldición porque el ser humano es frágil, débil, finito y carece de argumentos para explicar las contradicciones que se viven en este mundo y por ello la autosuficiencia o arrogancia arroja a la maldición que destruye la vida de las personas.