La Biblia dice en Apocalipsis 17: 1-5

Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

Introducción

En dos capítulos Juan describe a la que llama BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA, para la iglesia que en su tiempo era perseguida por el poder político prevaleciente, es decir Roma. La gran ramera es Roma por varias razones que explicó antes de adentrarnos en estos dos capítulos de Apocalipsis.

En primer lugar quiero citar la Escritura. En la primera carta de Pedro 5: 13 encontramos el siguiente texto: “La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.” Pedro escribió su primer carta desde Roma, que en tiempos de la iglesia primitiva era llamada entre los cristianos como Babilonia.

¿Por qué le llamaban Babilonia? porque la podredumbre moral del imperio era inversamente proporcional a su idolatría. Los romanos era religiosos y supersticiosos de tal manera que tenían una divinidad para toda clase de circunstancias, fechas, eventos y fenómenos que habían pervertido terriblemente la esencia del Dios verdadero.

En segundo lugar, la historia nos muestra que el imperio romano se fundó en medio de creencias religiosas y ese aspecto lo conservo siempre y fue la base junto con su militarismo de su expansión en todo el mundo.

En Roma la religión era impulsada por el Estado o los gobernantes en una especie de religión pública y otra era en el hogar, una religión privada. El imperio tenía su religión estatal y también la que sus ciudadanos desplegaban en sus casas y en ella adoraban a diversos dioses para ganarse su favor y cuidado.

No era para ser buenas personas, sino para que no les fuera mal. Un comerciante podía vender pesos incompletos o productos fraudulentos, pero se encomendaba al dios del comercio y podía entonces esperar su favor, aún sin vender con ética y principios y así en muchos aspectos de la vida romana.

En Roma el gobierno tenía magistrados religiosos que fungían como sacerdotes integrados en colegios que tenían como cabeza al pontífice máximo. Habían también personajes llamados augures que cuidaban la celebración de los ritos en eventos. De su nombre se deriva la palabra augurio porque ellos eran los encargados de interpretar las señales sobrenaturales que indicaban la aprobación divina.

Otro tipo de sacerdotes que el imperio tenía eran los arúspices que interpretaban los hígados de los animales sacrificados para conocer si la voluntad de los dioses eran favorables y entonces emprender algún proyecto o empresa, a quienes acudían a consultar a los dioses romanos.

Solo por mencionar algunos de los rasgos estatales de la religión romana mencionamos a estos funcionarios imperiales con lo que podemos ver la clase de religión que se practicaba en los días de Juan y Pedro, quienes le llamaron al imperio Babilonia y por eso en Apocalipsis siempre está ligado el poder religioso con el político-económico.

Dicho lo anterior los dos capítulos de Apocalipsis los estudiaremos en tres aspectos o tres grandes bloques basados en lo que vio Juan. En el par de capítulos encontramos tres veces la expresión “vi”. El verbo lo encontramos en el 17: 3, 17: 6 y 18: 1. Primero Juan vio a la mujer que llama prostituta, ramera, Babilonia y madre de las rameras y eso nos comparte.

Babilonia: La gran ramera y la bestia escarlata

Babilonia: La gran ramera y su reino sobre los reyes de la tierra

Babilonia: La gran ramera y su caída

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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