La Biblia dice en Jeremías 45:5
“¿Quieres pedir para ti algo extraordinario? Pues no lo pidas, porque yo voy a traer calamidades sobre toda la humanidad. Pero al menos permitiré que conserves tu vida por donde quiera que vayas. Yo, el Señor, lo afirmo.”
Jeremías tenía un compañero de batallas llamado Baruc. Era un escriba que fungía como secretario el profeta. Algunas de las profecías que el vidente de Dios habló fuera recopiladas por este hombre que la Biblia identifica como hijo de Nerías. Pero acompañar a Jeremías era costosísimo porque era identificado como alguien detestable por sus profecías.
Baruc padeció junto con Jeremías una serie de acontecimientos que lo hicieron desfallecer. Llegó un punto en el que se sintió tan deprimido que dijo en su corazón que el Señor no le daba otra cosa que penas y dolores y que estaba cansado de llorar y no encontraba alivio por ninguna parte.
Las tensiones que vivía este personaje era idénticas a las que padecía el profeta porque sus palabras eran incomodas para los gobernantes de Jerusalén y para los propios sacerdotes y llegó un punto en el que su situación fue conocida por Dios y le habló para mostrarle varias cosas.
En primer lugar que sabía lo que estaba pasando. Que no lo ignoraba porque Dios conoce todo. En segundo lugar que su vida seguiría el mismo curso que hasta ese momento llevaba. Que nada extraordinario sucedería y en tercer lugar que no pidiera nada porque a la tierra lo que vendría sería calamidad.
Pero entonces es cuando Dios le habla a ese varón que estaba desfalleciendo al vivir solo en penas y tristezas. Le dice que le dejará vivir donde quiera que fuera. En otras palabras que en medio de la calamidad, él tenía garantizado sobrevivir y no era una bendición menor, puesto que le tocó vivir tiempos muy peligrosos.
La historia de Baruc nos enseña que en ocasiones bastará lo suficiente para existir. No más. Se trata de entender que son momentos tan difíciles que aún ni lo básico tendríamos si no fuera porque Dios tiene misericordia de nosotros. Se trata de entender que bastará contar con lo mínimo vital para sobrevivir.
Debemos aprender que en ocasiones es suficiente con vivir. Es tan grave la situación en la que vivimos que deberíamos de estar agradecidos con el don de la vida solamente y en lugar de quejarnos por todas aquellas cosas que padecemos o no tenemos debiéramos dar gracias a Dios por dejarnos vivir.
Dios le garantizó a Baruc que viviría a donde quiera que fuera. En tiempos peligrosos eso es básico y fundamental. Que Dios nos cuide y nos preserve la vida. Sobre todo en medio de una generación violenta.