La Biblia dice en 1ª Reyes 2:7
“En cuanto a los hijos de Barzilai, el de Galaad, trátalos con bondad y hazlos participar de tu mesa, pues ellos me protegieron cuando yo huía de tu hermano Absalón.”
Habían pasado ya muchos años de la rebelión de Absalón y David estaba en sus últimos días cuando habló a su recién ungido hijo Salomón para darle unas cuantas recomendaciones sobre personas con las que debía tener cuidado, pero también para recompensar a quienes le ayudaron durante ese terrible trance.
El rey David recordaba gratamente y de manera agradecida la actitud de Barzilai, quien junto con otros hombres fueron a verlo cuando arribó a la región de Galaad. Para ese tiempo Barzilai ya había muerto, pero el monarca se sentía sumamente comprometido moralmente con su actitud y por eso le pide a su hijo que no se olvide de lo hijos de este generoso varón.
Y como lo iba olvidar David si Barzilai, Sobi y Maquir lo recibieron cuando huía de Absalón y pusieron a su disposicion camas, palanganas y ollas de barro, así también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas y quesos de vaca y oveja para él rey y todos los que lo acompañaban.
Barzilai había muerto, pero no así su memoria generosa y acto fue recompensado con creces por sus hijos que fueron tratados con bondad por Salomón y los hizo partícipes de su mesa, es decir los tuvo como amigos, todo por lo que hizo su papá cuando David estaba convertido en un perseguido.
La historia de Barzilai es sumamente inspiradora para nunca dejar de ser solidarios y generosos. Ambos actos son valiosos delante de Dios y los recompensa siempre. Nadie que haya ayudado a su semejante desinteresadamente dejará de recibir gratificación de parte del Señor.
La virtud y bondad de ser solidario radica en que sus beneficios van más allá de los días en que se ayudó y trascienden en el tiempo. Barzilaí había muerto, pero sus hijos recibieron los beneficios de lo que su padre hizo. La bondad rebasa el presente y se instala en el futuro, tal vez no para quien la práctica, pero con toda seguridad para sus descendientes.
Sin proponérselo este hombre legó a sus hijos una grande bendición porque David nunca olvidó su gesto de solidaridad.