La Biblia dice en Proverbios 8:14
“En mi están el plan y su realización, yo soy el buen juicio y la fuerza.”
La sabiduría es el gran tema del libro de Proverbios. Para el autor del libro alcanzarla es fundamental no solo para bien vivir, sino para extender la existencia sobre esta tierra. Su presencia en la vida de los hombres es necesaria y por ello recurre a los más variados ejemplos para acercarla a todos.
La sabiduría de la que habla Salomón no está distante de nadie. No está reservada para un grupo especial o para cierta clase de personas. No. Todo lo contrario está al alcance de todos quienes quieran abrazarla. Esta a disposición de quien la busque y la desee, sobre todo aquellos que son inexpertos y quieren aprender a ser prudentes.
Es tan valiosa que en el verso que hoy meditamos nos lleva a considerarla como causa y efecto. Salomón lo dice de manera sencilla. Dice que en ella esta el plan y su realización, es decir la sabiduría ilumina a quien la cultiva y le da la capacidad para desarrollar un plan, proyectar un objetivo e idear una meta.
Muchos pueden hacer eso. Claro que sí, pero la sabiduría tiene la enorme ventaja que además de iluminar con una proyección a futuro, da la sagacidad de realizarla, en otras palabras se convierte en la consejera y asesora para llevar a buen puerto nuestras ideas o planes para nuestro desarrollo personal.
La sabiduría de la que nos habla Salomón no es una cuestión académica. No se trata de ningún modo de acumular más y más conocimiento, sino un conocimiento que nos permite hacer y no teorizar, se trata de un poder que nos da buen y juicio y fuerza para alcanzar nuestros grandes anhelos.
Se trata de una capacidad sobrenatural para convertir a las personas simples y sencillas en hombres y mujeres con los conocimientos suficientes para ejecutar el más grande proyecto que puede haber en este mundo: conducir nuestra vida de tal manera que podamos salir de este mundo sin frustraciones y evitando hacer el mayor de los daños a los demás.
El mejor plan que puede haber en esta vida es justamente saber que hacer con nuestra existencia. Saber cómo dirigirla para ser primero un buen hijo, luego un buen hermano y finalmente un buen esposo y un buen padre. La sabiduría nos ayuda a hacer bien esos trabajos y también otros que tienen que ver con nuestras necesidades.