La Biblia dice en 1º de Reyes 1: 50

Más Adonías, temiendo de la presencia de Salomón, se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar. 

Adonías vio a su padre David, viejo y enfermo y decidió por sí mismo convertirse en el rey de Israel sin la anuencia de nadie. Ni su familia, ni el profeta Natán, ni al sacerdote Sadoc, cercanos a la familia real  fueron invitados a su investidura a la que llamó a sus amigos y conocidos que lo siguieron esta absurda aventura que duró solo unas horas. 

La Escritura retrata en unas cuantas palabras la historia del cuarto hijo de David que le nació en Hebrón producto de su relación con Haguit, una de las esposas del monarca: “su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así?” En una clara expresión de lo voluntarioso, caprichoso, engreído y creído que era Adonías. 

El resultado de su precipitada determinación provocó que el profeta Natán, junto con Bestsabé recordarán al rey la promesa que le hizo a ella de que Salomón, el hijo de ambos, sería el rey sobre Israel y el albazo de Adonías fue sofocado rápidamente y Salomón fue ungido rey de Israel con todos los honores y protocolo que se tenía para el evento. 

De esa forma Adonías quedó desechado y en la fiesta que ya hacía todos sus invitados se conmocionaron cuando supieron que él no era el rey y entonces todos salieron despavoridos para sus casas pensando que acompañar a un usurpador del trono podía ser tomado como traición y entonces enfrentar la ira del nuevo rey. 

El propio Adonías tuvo tanto miedo que se asió de los cuernos del altar del tabernáculo que estaba en Jerusalén. Fue tal su terror que decidió usar ese sagrado lugar para evitar la muerte. Sabía perfectamente que había actuado erróneamente y que su conducta tenía que se castigada con la muerte. 

Su lógica fue simple: en ese lugar nadie me podrá hacer daño y en efecto tenía razón, Salomón le perdonó la temeridad de haberse proclamado rey y lo envió a su casa. Pero el hombre tenía incubado en su corazón el deseo de ser monarca de Israel porque pensaba que podía asumir el cargo por el solo hecho de ser hijo de David. Además de su orgullo.

Adonías nos recuerda la clase de personas que además de hacer cosas equivocadas y caer en una situación vergonzosa, en lugar de reconocerlas, pedir disculpas y enmendar su forma de vida, se sienten ofendidos y recurren a cualquier clase de recurso con tal de preservar su existencia. Fiel a su personalidad Adonías recurrió al chantaje. Quiso presionar a Salomón.

Había ofendido a toda la familia real y ahora quería salvarse a cualquier costo, aunque fuera chantajeando al nuevo rey. Es claro que el chantaje es propio de quienes quieren todo para ellos mismos. El chantajista no quiere perder nada. No le habían pedido cuentas de su vida y ahora que tenía que enfrentar sus actos, chantajeaba. Así son los chantajistas.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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