La Biblia dice en Mateo 26:35
“Pedro afirmó: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos decían lo mismo.”
Las horas previas a la detención de Jesús fueron de gran tensión para el Señor y sus discípulos. Pero el Señor siempre guardó la calma consciente de que el plan del Padre era justamente el de los sufrimientos para alcanzar la redención humana perdida y condenada al castigo eterno.
El anunció de su muerte, aunque lo había hecho ya en otras ocasiones suscitó entre los apóstoles incredulidad y rechazó porque no podían concebir que su Maestro, con tantas demostraciones de poder, no pudiera hacer algo por sí mismo y se dejara detener y torturar por los poderosos romanos o la clase sacerdotal hebrea.
Por eso cuando se los dijo de nueva cuenta, sus palabras calaron hondo en el ánimo de sus seguidores y fue Pedro quien le dijo que si habría de morir, él lo haría con su Maestro, y según nos relata Mateo, también los otros diez discípulos dijeron lo mismo, aunque siempre se ha resaltado la negación de Pedro.
La razón de esta peculiaridad en la vida de Pedro estriba en el hecho de que él fue vehemente en su compromiso. Impulivo como era quiso que Jesús y sus compañeros apóstoles vieran que él si estaba comprometido, que él no tenía miedo y que él si era solidario. Lo que no sabía es que quedaría atrapado en una excepcional guerra espiritual.
Pedro sería zarandeado por el maligno, una situación que el propio Cristo le hizo ver y esa situación lo llevó a negar al Señor, experiencia que lo marcaría de por vida, ya que hasta el final recordó esa noche siniestra en la que el miedo de ser detenido lo hizo olvidarse de su promesa hecha a Jesús.
Su historia nos demuestra que el compromiso con el Señor depende, sí de nosotros, pero también de la ayuda divina. Que una promesa al Señor no se puede dejar, independientemente de la situación en la que nos encontremos. Si le hemos dicho que le seguiremos lo debemos cumplir hasta el final.
Cuando decidimos caminar a su lado, comenzó una travesía llena de desafíos, pruebas y dificultades que en ocasiones nos harán dudar, pero no podemos, ni debemos retroceder. Echarnos para atrás solo traerá vergüenza y opropio a nuestras vidas, como le aconteció a nuestro amado hermano Pedro.
Los compromisos con el Señor se cumplen porque la cobardía es una terrible manifestación de debilidad del carácter en la vida de hombres y mujeres.