La Biblia dice en Marcos 11:23

“Porque de cierto os digo que cualquiera que le dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudaré en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.”

Los discípulos quedaron gratamente sorprendidos cuando descubrieron que una higuera sin fruto que había sido señalada como infructuosa y Jesús había decretado su extinción, se había secado desde sus raíces y reconocieron admirados el poder de sus palabras de su maestro sobre un árbol que producía aceite o más bien debería producir.

Ese evento sirvió a Jesús para hablar con sus apóstoles sobre la necesidad de creer y no dudar para esperar milagros portentosos. Lo hizo utilizando un hiperbóle o exageración al decir que se puede mover una montaña con la fe, en realidad lo que quería decirles es que cualquier necesidad puede ser resuelta cuando se cree y no se duda

El hijo de Dios está llamado a creer, la palabra creer procede de la palabra griega “pistos” que se traduce como fe en otros pasajes y que literalmente significa confianza. El creyente debe confiar plenamente en que para Dios no hay imposibles y debe vivir resguardado en esa promesa.

La confianza es base primordial de la relación que se establece con el Creador. Abandonarse por completo en lo que Dios ha prometido. Ejemplos de esa actitud la encontramos en Abraham, el llamado padre de la fe y otros muchos que en medio de crisis, adversidades y grandes dificultades confiaron siempre en el Señor.

La gran adversaria de la confianza es la duda. Dudar es el primer paso de la incredulidad. La palabra duda procede de la raíz griega “diakrinó” que significa juzgar o emitir un juicio. También se vierte como desmenuzar o incluso discernir. Se traduce como duda también porque al juzgar o discernir se hace uso exclusivo de la razón y los milagros van en contra de la razón.

La lógica nos lleva a dudar porque los sentidos nos dicen que ese problema no tiene solución y por eso la palabra diakrinó se utiliza como dudar porque de tanto razonar un problema o juzgarlo humanamente se llega a la conclusión que no se resolverá o las circunstancias no cambiarán. La razón o la lógica muchas veces juegan en nuestra contra.

Cuando Pedro comenzó a caminar sobre el mar, se percató que estaba haciendo algo ilógico o contra las leyes naturales y cuando eso sucedió en su mente comenzó a hundirse, entonces Jesús le dijo: por qué dudaste: había juzgado en su mente que lo hacía era imposible y dejó de confiar.

Confiar y no dudar nos llevará a ver siempre la mano de Dios obrando poderosamente en nuestras vida.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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