La Biblia dice en Romanos 10:10

“Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

La palabra corazón aparece ciento cincuenta y ocho veces en el Nuevo Testamento siempre en sentido figurado no como el órgano físico del cuerpo. El sentido de la palabra es amplio porque significa el centro de la vida del hombre, su mente, su carácter, su interior y su voluntad.

Cuando Pablo dice que el corazón cree, en realidad se está refiriendo a la persona en todo su ser, en otras palabras sin duda alguna o con toda su mente y toda su voluntad. La persona que hace eso con referencia a Cristo automáticamente es declarada justa, es decir es perdonada de toda su maldad y declarada inocente por la gracia del Señor.

La justificación por la fe es el tema central del apóstol Pablo en la carta a los Romanos porque es la piedra de toque del cristianismo. El hombre era culpable ante Dios. La iniquidad gobernaba su vida y al reconocer su muerte en el calvario en su lugar el hombre deja de ser culpable para ser declarado inocente o justificado.

Por eso Pablo dice que con el corazón se cree para justicia, pero además señala que con la boca se confiesa para salvación. Aquí el termino boca no es en sentido figurado, sino literal. El hombre ha de confesar esa verdad, cuál verdad, que Jesucristo vino a morir por los pecadores y él se reconoce pecador.

Entonces debe confesarlo. La palabra confesar proviene del griego “homologeó” de donde procede nuestro vocablo “homologo” u “homologar” que significa “lo mismo” o “igual” y cuando se une con la palabra boca quiere decir “hablar lo mismo” o “decir lo mismo” por eso algunas versiones la traduce como estar de acuerdo.

La expresión significa que debemos estar de acuerdo con lo que Dios dice respecto a nuestra condición pecaminosa y declararlo ante Dios. La palabra “homologeó” tiene el sentido de una declaración que se hace en público. Eso quiere decir que la declaración de nuestra condición apartada de Dios debe patentizar con nuestros labios.

Pablo nos ofrece en este verso el proceso de salvación: se cree con el corazón. Creer es aceptar, reconocer y expresarlo. Creer no tiene el sentido de una concepción mental sin consecuencias. No. Creer es actuar. La fe sin obras está muerta, dice Santiago. Luego confesar, estar de acuerdo y declararlo con la boca.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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