La Biblia dice en Juan 1:1-2
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios.
Introducción
Quinientos años antes de Cristo, los hombres, hoy conocidos como filósofos comenzaron a preguntarse por el origen de todas las cosas. Se habían cansado ya de las explicaciones mitológicas que daban sentido a su realidad. Los mitos resultaron insuficientes para explicar su entorno.
Uno de ellos, llamado Heráclito dijo que el principio, origen, comienzo o inicio de todas las cosas estaba en el logos que es una palabra griega de difícil traducción y que nuestras biblias la han vertido como verbo o palabra, pero en el griego antiguo la expresión denota pensamiento, razón, sentido original, etcétera.
Antes de él otros pensadores griegos habían tratado de explicar el origen de todas las cosas y algunos como Pitágoras dijeron que el principio de todo estaba en los números, en tanto que Tales de Mileto propuso al agua como la fuerza iniciadora del universo, Anaxímenes dijo que era el aire y así, hubo muchas propuestas.
Eso sucedió unos quinientos años antes de Cristo, pero a todos estos hombres les sucedieron filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, quienes siguieron pensando y razonando sobre estas dos ideas: principio y logos. Es preciso señalar que Heráclito fue un habitante de Éfeso donde el tema y las palabras griegas arché o arjé y logos era comunes.
Y son justamente esas dos palabras con las que el evangelio de Juan comienza. En el griego el cuarto y último evangelio comienza diciendo: En el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. En griego los términos principio y Verbo se traducen de las palabras arché o arjé y logos, respectivamente.
A diferencia de Lucas, que nos ofrece detallas de la encarnación humana de Jesús, Juan va más allá para señalar que el inicio de todo, el principio del universo y la razón que da sentido a la existencia humana tiene como origen al Verbo que todos identificamos como Jesucristo, el Hijo de Dios.
Se trata de una intención muy clara de abatir el pensamiento griego que comenzaba a penetrar en la iglesia. La filosofía griega trataba de fijar sus “verdades” en la discusión racional y por eso el apóstol Juan defensor de la verdad del evangelio de Cristo inicia así su obra biográfica de Jesús.
La humanidad de Cristo planteada por Mateo y Lucas en sus escritos sobre las buenas nuevas de salvación encuentran su equilibrio en el evangelio de Juan que presenta a Cristo como el Logo, la Palabra o el Verbo preexistente, es decir que vivía mucho antes de tomar forma de hombre.
Juan nos adentra de esta forma en una verdad que nutre de seguridad y firmeza nuestras convicciones. Él presenta a Jesucristo no solo como alguien que existía desde antes de la creación, sino al presentarlo con todos los atributos de la divinidad, es decir al mostrarlo como verdadero Dios.
Cristo: el origen de todo
A. Porque estaba con Dios
B. Porque era Dios
Hay dos palabras en este pasaje que debemos tener muy en claro para comprender qué es lo que Juan pretende al escribir así la introducción de su evangelio. Las utiliza a propósito y con toda intención para sus lectores que son hebreos y gentiles de habla griega que viven bajo la cultura greco-romana.
La primera de ellas es arché o arjé. Esta palabra se traduce sencillamente como principio, comienzo, origen o inicio. Pero en el Nuevo Testamento también la encontramos traducida como mando, imperio, poder, autoridad y reino. De este vocablo provienen la expresión o prefijo “arquía” que se usa en palabras como monarquía, oligarquía y jerarquía.
La razón de este uso de la palabra radica en que arché o arjé es una palabra que marca un punto de inicio o un punto de arranque. De hacer que algo sea. Un gobernante tiene un poder para hacer algo que otros no tiene y por eso su vinculación con la expresión inicio o comienzo. El poder o la autoridad puede “comenzar” cosas grandes.
Juan la utiliza para conducirnos al principio de todas las cosas. Pero también para explicar que el universo, la vida, la existencia y todo lo que los ojos humanos pueden palpar tiene un origen y una explicación basada en la persona de Jesucristo. Juan nos lleva más allá del Génesis, que es el principio de todo.
Juan en realidad nos ubica en el momento mismo cuando todo lo que vemos ahora no existía y comenzó a existir a partir del logos, palabra que también resulta sumamente relevante para comprender la función de Cristo en la eternidad, antes de que todo fuese.
La expresión logos significa inicialmente “palabra”. Pero no es cualquier clase de palabra, sino aquella que tiene sentido, razón y argumento. Se puede presentar como un discurso que da razón de las cosas, que explica de manera inteligente con razones perfectamente elaboradas.
El Verbo como algunas versiones traducen la palabra es también entendida como pensamiento que se expresa correctamente a través de palabras entendibles para comprender, asimilar o aprender una verdad ya que se hace con conocimiento y sobre todo con sentido.
Juan la emplea para establecer con toda claridad que Jesús es la Palabra por excelencia. El pensamiento de Dios expresado de manera perfecta. La comunicación divina por medio de términos, palabras y expresiones con toda la claridad que frente a ellas jamás se puede decir que no se entienden o comprenden.
El principio de todo, el inicio de todo lo existente no está en el fuego, en el agua o en los números. No el inicio de todas las cosas está en la persona de Jesucristo. El es el comienzo de todo. Todo fue originado por él. Todo inició gracias a su intervención y este mundo solo lo podremos entender a la luz de sus verdades.
A. Porque estaba con Dios
Basta con decir que Cristo es el principio, pero Juan presenta también a Cristo como un ser en comunión con el Padre desde la eternidad. No es que conoció a Dios cuando vino a la tierra. Tampoco descubrió, como nosotros, la realidad de Dios hasta que se encarnó. No. Cristo tenía una relación estrecha con el Padre desde la eternidad.
Ese es el sentido de la frase “el Verbo era con Dios” que nos presenta Juan. Pensar que Cristo comenzó su relación con el Padre hasta que vino a habitar entre nosotros al nacer en el pesebre de Belén es algo totalmente inexacto. Tampoco cuando lo invocaba, por ejemplo, en la oración al pie de la tumba de Lázaro, lo estaba descubriendo.
Esta frase nos lleva a entender con claridad que siempre ha estado con Dios y esta verdad nos hace ver que su humanidad fue un paso para que los hombres pudieran acercarse a Dios, pero de ningún modo lo “degradó” o le hizo perder los atributos que siempre tuvo como Dios.
Juan estaba enfrentando las primeras herejías que atacaban directamente la divinidad de Cristo. La verdad sobre la vida y obra de nuestro Salvador estaba siendo tergiversada y era necesario aclarar el nivel de humanidad y divinidad que el Señor tenía y eso lo hace Juan de una manera certera.
Lo hace diciendo que Cristo estaba con Dios, en una relación singular como nunca nadie la ha tenido ni la tendrá y por si eso no fuera suficiente Juan nos dice otra verdad.
B. Porque era Dios
Esta frase confirma totalmente que Jesús era Dios, no un dios, como algunos pretenden considerar a Cristo. Juan no escribió ambigüedades. Tampoco nos dejó dudas o incertidumbres. La declaración es categórica: Jesús era y es Dios. El verdo era se utiliza porque está hablando del principio o comienzo.
Desde ese tiempo Jesús era Dios. El Verbo o la Palabra eran y son Dios y gracias a él fue posible la creación del mundo. De tal manera que cuando se encarnó no perdió ninguno de sus atributos divinos. Los conservó y de una manera única compartió con la naturaleza humana su condición divina.
Juan nos lleva al principio de todo para hacernos ver que el Verbo, Jesús, Cristo es verdadero Dios para siempre y por siempre.