La Biblia dice en Mateo 1:5
Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed y Obed a Isaí.
Introducción
La tercera mujer gentil mencionada en la genealogía de Mateo es Rut, que en el Antiguo Testamento es junto con Ester las únicas dos mujeres cuyo nombre es el título de sendos libros. En ese libro de cuatro capítulos encontramos información suficiente para conocer la historia de esta mujer.
Para entender la magnitud de la importancia de su nombre en el árbol genealógico de Jesús es fundamental tener algunos datos sobre ella. El principal es que era un mujer de origen moabita, es decir era de un pueblo llamado Moab que combatió a Israel cuando se acercaban a la tierra prometida.
El origen de los moabitas es pecaminoso a más no poder, según nos relata el libro de Génesis 19: 31-38 donde se explica claramente la forma en que surgió este pueblo en el medio oriente, pero Dios pidió para ellos un trato afable por ser descendientes de Lot, sobrino de Abraham.
Sin embargo, cuando el pueblo de Israel ingresaba a la tierra prometida, los moabitas y amonitas confabularon contra la nación escogida del Señor y entonces a los hebreos se les prohibió terminantemente que ambos pueblos ingresaran como prosélitos entre los judíos de todos los tiempos.
En Deuteronomio 23:3-6 encontramos las siguientes prescripciones:
3 No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre,4 por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte. 5 Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición,porque Jehová tu Dios te amaba. 6 No procurarás la paz de ellos ni su bien en todos los días para siempre.
Lo acontecido a Rut, entonces, rompió con esta regla o mandato y no solo fue recibida en el pueblo de Israel, sino tuvo el privilegio de formar parte de los antepasados del bendito Salvador, a pesar de su origen.
Cristo nación: Somos parte de su familia
A pesar de nuestro origen: Rut
A. Un origen vergonzoso
B. Un origen al que se renuncia
La historia de Rut es la siguiente: Era una moabita, es decir del pueblo de Moab. A su pueblo llegó la familia de Elimelec y Noemí con sus dos hijos llamado Quelión y Mahlón debido a una terrible hambruna que se desató en Belén de donde eran originarios y allí se casó con uno de ellos, según nos relata el libro que lleva su nombre.
Al poco tiempo de casados murieron los tres hombres de la familia, Elimelec, Quelión y Mahlón y quedaron viudas tanto su suegra Noemí como su concuña Orfa. A la muerte de sus seres queridos Noemí decide volver a Belén, puesto que la hambruna ha terminado y de nueva cuenta hay comida.
Cuando comenzó su retorno sus dos nueras, Orfa y Rut, la acompañan, pero en determinado punto ella les pide que se regresen a rehacer su vida. Orfa se regresa, pero Rut le asegura que no lo hará y que se irá con ella a la tierra de donde eran originarios los muertos y así lo hacen.
Los sucesos que ocurren allí le dan una oportunidad de recomponer su vida tanto a las viudas como a Booz. Es en ese lugar donde se conocen Rut y Booz, quienes se casan y tienen como primer hijo a Obed, quien a la postre sería el abuelo del rey David, de cuyo linaje vendría el Cristo.
Este vuelco en la vida de Rut nos lleva a pensar y reflexionar sobre el gran amor de Dios, que sin considerar nuestro pasado nos agrega a su familia. Somos parte de la familia del Señor sin importar de donde vengamos, sin interesarle lo terriblemente infame que puede ser nuestro pasado.
A. Un origen vergonzoso
Rut era descendiente de los moabitas y de quienes buscaron maldecir al pueblo de Israel, según nos relata el libro de Números 22-23. Su pasado era fatalmente negativo, por supuesto ella no tuvo ninguna culpa de todo lo sucedido siglos antes entre sus parientes y los hebreos.
Desde el punto de vista estrictamente humano ella no tenía ningún derecho para entrar a la familia de Dios. Su pasado, como se dice coloquialmente, la condenaba.
La situación de muchos de nosotros es muy parecida a la de Rut. No tenemos ningún mérito. De hecho no solo no tenemos méritos, sino tenemos puntos en contra para poder acercarnos al Señor porque nuestro pasado ha sido de lo más bochornoso, penoso y desagradable delante del Creador.
Hemos cometido toda clase de fechoría cuando llegamos ante Dios. No tenemos nada que ofrecerle y entonces necesitamos que nos permita acceder a las bendiciones de pertenecer a su pueblo y para ello hay que hacer algo con todo nuestro corazón a fin de que Dios perdone nuestra maldad.
Los judíos dejaron por escrito el origen del pueblo de Moab. No hay posibilidad de ocultar lo que sucedió en esos días y por eso cualquiera que pertenece a esa familia siente pena y vergüenza.
B. Un origen al que se renuncia
Para saber qué fue lo que sucedió a Rut para que fuera admitida a la familia de Jesús podemos leer Rut 1:14-17 que dice de la siguiente manera:
14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. 15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. 16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras dos.
Rut renunció a su pasado cuando renunció a su pueblo. Rut dejó Moab para siempre y se introdujo en su corazón para siempre el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ella experimentó una profunda conversión que se palpó cuando renunció a regresar al pueblo de Moab, a pesar de los ruegos de Noemí.
Ella renunció de tajo, nunca más regreso a Moab. Supo que cuando salía con su suegra de allí, era para no volver nunca más. Ella rompió para siempre con su pasado. Nunca más volvería a su tierra. Su nueva patria fue Israel. Su vida piadosa es reconocida por los propios hebreos que la usan cuando explican la forma en que un prosélito se debe convertir.
Es un cambio radical el que ella experimentó. Una transformación que nació desde dentro de su ser y que se manifestó clara y nítidamente a través de su salida de Moab junto con su suegro a un destino desconocido y que gracias a su obediencia a su suegra logró rehacer su vida.
Fue justamente con Booz con quien ella se casó y de esa forma se incorporó a la familia de Dios.