La Biblia dice en Salmos 91:14
“Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque él me ama y me conoce.”
Los seres humanos somos extremadamente frágiles. En la vida hay muchas cosas que no podemos controlar y eso nos llena de ansiedad y cuando algo se sale absolutamente de nuestro control pasamos de la ansiedad al miedo que de no controlarlo se puede convertir en terror porque quedamos atrapados en medio de circunstancias que desconocemos.
Hay personas y situaciones que nos pueden causar mucho daño, e incluso la muerte, sobre todo aquellas que llegan de repente, sin previo aviso como un sismo, una torrencial tormenta, una devastadora lluvia de nieve o una calor sofocante, fenómenos que escapan de nuestro dominio.
Ante tal debilidad, tal condición de vulnerabilidad los seres humanos necesitamos cuidado y protección de alguien muy poderoso, capaz de contener a nuestros enemigos y adversarios o quienes nos detestan y quiere lastimarnos y ese “alguien” solo puede ser el Señor porque solo él concentra el poder para detener cualquier daño contra nosotros.
Y justamente el salmo noventa y uno nos revela el compromiso que Dios tiene con todos aquellos que toman con seriedad su presencia en sus vidas. Aquellos que han decidido voluntariamente vivir bajo su amparo no solo en momentos de tensión sino de manera cotidiana. Aquellos que su día a día es en compañía de Dios, sin mediar una urgencia.
A ellos, a quienes lo aman y conocen, Dios se compromete a ponerlos a salvo, fuera del alcance de todos los que quieren dañarlos. Se trata de un compromiso que cumplirá cabalmente, que no fallará porque es el Señor mismo obligándose para obrar a favor de sus hijos.
El cuidado y protección que requerimos los seres humanos solo nos los puede brindar Dios porque el domina sobre todo y sobre todos. El control que ejerce sobre el mundo es tal que sabrá librarnos de los crecientes y múltiples peligros que enfrentamos en esta vida donde las amenazas se multiplican.
Dios no dejará que quienes nos quieren destruir alcancen su objetivo porque nos tomará con todo amor y toda paciencia para dejarnos fuera de su alcance de tal manera que solo se quedarán con las ganas de hacernos mal porque Dios saldrá con todo su poder a pelear contra ellos y avergonzarlos.
El cuidado de Dios es un cuidado extremo, es una protección sobrenatural, basada exclusivamente en su amor.