La Biblia dice en Esdras 10:19
“Los cuales prometieron firmemente despedir a sus mujeres y presentaron un carnero como ofrenda por su pecado.”
El pueblo de Israel que regresó del cautiverio babilónico cometió un grave error: se mezcló con los pueblos paganos que habitaban en inmedicaciones de su territorio y en esta garrafal equivocación participaron hasta los sacerdotes que debían de cuidar siempre su descendencia debido a que era una familia dedicada a servir en el templo de Jerusalén.
El libro de Esdras da cuenta de cómo ese varón descubrió esta grave irregularidad en toda la nación y comenzó un proceso de corrección e inició con la decisión de los integrantes de la casa de Aarón de despedir a las mujeres extranjeras con las que se habían casado sus hijos y sus hijas.
Fue una decisión difícil, no exenta de oposición, porque implicaba romper relaciones afectivas, pero necesarias porque la Torá hebrea mandataba expresamente a todo el pueblo, pero principalmente a los sacerdotes a cuidarse de evitar matrimonios mixtos, es decir matrimonios de judíos con extranjeros.
La experiencia que tenían de esta clase de uniones la habían conocido ya. El caso más patético fue el de Acab y Jezabel, un hebreo casado con una cananea que introdujo abiertamente el culto a Baal y persiguió y mató profetas hasta que fue enfrentada por Elías quien denunció su maldad. Ni qué decir de Salomón y sus mujeres que desviaron su vida.
Incluso esa fue una de las razones por las que fueron enviados al exilio y por ello Esdras se esmeró para que todos corrigieran esa situación y los conminó a tomar decisiones fuertes para deshacer las sociedades conyugales donde vivieran juntos un judío y una extranejera o viceversa.
La enseñanza de este episodio en la historia de Israel es que los grandes males se resuelven con grades remedios. Nos muestra también que la corregir equívocos y yerros no siempre es algo agradable. La disciplina puede resultar sumamente dolorosa, pero necesaria si se quiere caminar agradando al Señor.
Pero sobre todo, el pueblo de Israel no podía volverse a equivocar cuando apenas habían regresado de una vergonzosa cautividad que los llevó a estar lejos de su patria por setenta años. La decisiciones difíciles previenen siempre males mayores que pueden venir si insistimos en ofender a Dios con conductas que claramente contravienen sus leyes.