La Biblia dice en Hebreos 13:5-6
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
Introducción
Cuando Cristo predicó el evangelio fue insistente en hacer notar que su mensaje tenía como finalidad llenar los vacíos del alma de las personas. A la mujer samaritana, que había tenido cinco divorcios y cuando conoció a Jesús tenía una sexta pareja, le ofreció agua viva para saciar su sed, una figura retórica para hacerle ver la solución a su insatisfacción.
Luego en la celebración de la fiesta de los tabernáculos, según narra también Juan, se presentó ante todos y ofreció a los presentes en la celebración ríos de agua viva para satisfacer su sed, una idéntica forma de llamar la atención de sus oyentes sobre la profunda insatisfacción en sus vidas.
Pablo retoma la idea cuando le escribe a Timoteo y le pide que enseñe a la iglesia a vivir en contentamiento a fin de no afanarse con los bienes materiales bajo un sólido argumento: nada hemos traído a este mundo y sin duda nada nos llevaremos de él. Y el autor de los Hebreos nos lleva a lo mismo en estos versos.
De hecho la palabra “contentos” y “contentamiento” se traduce como “basta” o “es suficiente” y a eso es a lo que nos llama el autor de la epístola dirigida a los judíos de la iglesia primitiva, a fin de que vivamos satisfechos con lo que materialmente tenemos y no caigamos en el afán de acumular para nosotros mismos.
Es un mandamiento que tiene como finalidad ponerle un alto a la ansiedad propia de quienes viven desesperados y desesperanzados al no tener recursos materiales que desean por mantener sus principios cristianos antes que sucumbir a las tentaciones materiales y parecen dudar de la pertinencia de ser creyentes pobres.
La carta fue escrita ante la deserción de muchos creyentes que al ver lo ocurrido en Jerusalén con el templo abierto y los sacrificios llevándose a cabo como si el Mesías no hubiera sido sacrificado, sintieron desaliento en su corazón y los que se mantenían en la fe padecían carencias y necesidades.
Estaban en peligro de caer en la insatisfacción. Ese estado del alma donde nada nos llena y creemos que lo harán los bienes materiales, pero al no obtenerlos vivimos o sobrevivimos creyendo que Dios se ha olvidado de nosotros y entonces llega como torrente la desesperación que nos puede llevar a actos o acciones fuera de lo que Dios nos ordena.
Deja la insatisfacción; Dios lo llena todo
A. Evita la avaricia
B. Confía completamente en Dios
A. Evita la avaricia
El autor de la carta le pide a sus lectores que eviten tener por costumbre la avaricia. La avaricia es querer retener todo lo que llega las manos sin darle un uso adecuado ya no se diga para uno mismo, sino para otros. La avaricia dice el propio apóstol Pablo es una forma de idolatría.
Lo dice porque es poner al dinero en primer lugar para todo. No se trata de ser descuidado con los recursos materiales que tenemos, sino de no dejar que dominen nuestra vida de tal manera que para obtenerlos no tengamos cuidado de lo que hacemos o como los obtenemos, ni tampoco convertirlos en nuestra única razón de vivir.
Un creyente no puede vivir bajo la avaricia porque es desplazar a Dios del lugar que le corresponde. Un avaro ama mas al dinero que a Dios y eso no puede ser. La avaricia es una prueba fehaciente que el dinero no llena jamás. No satisface a nadie porque entre más se tiene más quiere. No hay un límite nunca.
Por esa razón el autor de la carta llama a todos a vivir en contentamiento, porque el Señor conoce nuestras necesidades.
B. Confía completamente en Dios
Dios se compromete a hacer dos cosas con sus hijos. 1. No dejarnos y 2. No desampararnos. Promesas que nos dan mucha confianza y nos deben llenar de tranquilidad por él se compromete a sustentarnos en medio de todas las adversidades que se presenten. Cierto, no tendremos todo lo que queremos, pero sí lo que necesitamos.
Confía en el Señor porque Dios no nos dejará nunca, es decir siempre estará con nosotros. La compañía del Creador es la mejor garantía que podemos tener porque sí está presente en nuestras vida sabrá y conocerá perfectamente nuestras necesidades y las suplirá conforme a su sabiduría.
Debemos confiar en el Señor, él no nos desamparará. El amparo de Dios es la mejor protección con la que podemos contar en esta incierta vida porque él se ocupará de que nada ni nadie nos haga daño. Se trata de un compromiso de cuidado para subsistir en este mundo.
Ante tales promesas no nos queda más que declarar confiadamente que el Señor es nuestro ayudador, que nos sostiene y da fuerzas para enfrentar los problemas.
Teniendo de nuestro lado al Señor no tendremos temor de lo que nos pueda hacer el hombre.