La Biblia dice en Proverbios 12:12
“Codicia el impío la red de los malvados; mas la raíz de los justos dará fruto.”
La Tanaj hebrea traduce este verso al español de la siguiente forma: “El inicuo desea la presa de los malvados, pero la raíz de los justos rinde fruto”, que nos ayuda a comprender grandemente el profundo sentido de este proverbio y la enorme contribución para entender el mundo de los malvados y la bendición de los justos.
La Biblia sigue el patrón de poner siempre un justo frente a un malvado. Así ha sido desde el principio del mundo. El justo Abel tuvo como malvado a Caín. El piadoso Mardoqueo tuvo como antagonista al maligno de Amán. David tuvo como antagonista a Saúl. Jesús a Caifás, Anás y hasta Pilato. Y el libro de Proverbios sigue este mismo sistema o método.
Es un sencillo e ingenioso procedimiento con mucho sentido pedagógico para comparar y cotejar a dos clases de hombres que podemos encontrar en este mundo. Los malvados y los justos. No nos debe sorprender que el justo enfrente al malvado porque es una verdad que encontramos en la Escritura.
El hombre justo ha de enfrentar siempre a los malvados y en ese lucha debemos saber que los impíos tiene grandes debilidades. A veces nosotros pensamos que son imbatibles o que por su misma maldad son invencibles, pero la realidad es otra completamente diferente según leemos en el texto que hoy meditamos.
Salomón dice que un impío tiene un problema que pasa desapercibido para él: desea la presa de los malvados, en otra palabras sus propias pasiones se convierten en una trampa como el ave que sin darse cuenta cae en una red. Los malvados no son libres, en realidad, son esclavos de sus mismos impulsos que tarde o temprano los destruyen.
En cambio los justos tiene una raíz o simiente plantada por Dios que por sí sola da su fruto, con el único requisito de evitar caer en los deseos de los malignos. El justo tiene en el Señor la bendición de ser como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto a su tiempo.
La raíz de un árbol pocas veces se ve, pero es su esencia porque es la encargada de transmitir el agua a las ramas y lo mantiene anclado al suelo y en buen estado. Evidentemente Salomón usa esta figura para hacer notar que la confianza del piadoso en Dios lo convierte en un árbol que fructificará tarde o temprano.
El contraste es espectacular, el malvado desea hasta lo que lo destruirá, en cambio el justo sabe esperar en Dios que le dará lo que necesite en el tiempo adecuado. No tiene que desear nada porque Dios sabe exactamente lo que requiere para bien vivir.