La Biblia dice en Mateo 1:23

“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros.”

En el huerto del Edén el hombre de distanció de Dios. El pecado separó para siempre a la criatura de su Creador. Y a partir del allí el hombre se fue alejando día a día del Padre de las luces llenándose de oscuridad. A medida que avanzaba su vida se cubría cada vez más de densas tinieblas.

El hombre nunca dejó ni deja de necesitar de Dios. Por más que intenta vivir separado de él, hay necesidades que no pueden ser suplidas por nadie ni nada. Vacíos del alma que difícilmente logra entender y explicar y mucho menos logra llenar porque sencillamente no puede ni podrá porque está más allá de su alcance.

Puede ser que muchos hombres no acepten esta realidad, pero eso no la cambia. De allí la relevancia de la encarnación de Cristo y sobre todo el significado de uno de los nombres que recibe: Emanuel, Dios con nosotros. En ese nombre se revela con toda claridad la intención divina de reconciliar a la humanidad con el Creador.

Dios vino en carne a la tierra a mostrar su buena voluntad. A mostrar y demostrar que le interesa sobremanera las personas, que de nueva cuenta extiende su mano para llamar a todos a buscar de nueva cuenta a Dios, quien no está lejos ni distante, sino cerca y abierto a todos.

Dios con nosotros, ya no distanciado, aunque en realidad nunca lo estuvo. Dios con nosotros, cercano, a un lado de todo aquel que le invoca, como nunca se habían imaginado los santos del Antiguo Testamento que lo consideraron fuego consumidor o un amo implacable.

Ahora se presenta como quien camina al lado de todo aquel que quiera hacerlo su compañero de viaje en este trayecto. En la persona de Jesucristo la humanidad puede conocer a Dios de una manera diferente porque se revela como alguien dispuesto a compartir tristeza, soledad y desazón del corazón.

Dios con nosotros es el nombre más esperanzador del Dios del cielo y la tierra que se reveló de esa manera para que podamos entender su enorme interés por nuestras vidas.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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