La Biblia dice en Job 12:15

“Si el detiene las aguas, todo se seca; si las envía, destruyen la tierra.”

Job le contesta a Zofar, naamatita, quien lo ha acusado de ignorar y ocultar su verdadera vida a Dios por la que está viviendo dolores y tristezas sin igual y le muestra que él no desconoce lo que hace Dios. De ningún modo ignora el poder soberano de Dios que hace y deshace a su antojo con la creación y por supuesto con los hombres.

Y para ello cita un ejemplo a la mano: las lluvias y lo hace de manera simple porque le dice que cuando la lluvia se detiene viene sequía, sequía que es mortal porque mueren animales y hombres al faltarles agua. La falta de lluvias viene justamente de la mano de Señor como una demostración de su poder.

Pero en sentido contrario cuando envía lluvias por algunos días, solo por algunos días, la destrucción se asoma de manera inevitable, como hemos visto en estos días en el centro de México donde las lluvias no solo han destruido viviendas y carros y hasta hospitales, sino han provocado la muerte de muchas personas.

El patriarca no ignora que Dios tiene el poder de hace ambas cosas porque es su creación y él sabe lo que hace. Él es fuerte, nosotros débiles y nunca podremos exigirle que nos explique por qué hace lo que hace. Quiénes somos nosotros. El Señor es soberano y nosotros tan terrenales y finitos.

A lo largo del capítulo doce Job hace una serie de aseveraciones sobre esta verdad. Dice por ejemplo: Las chozas de los violentos tienen paz, y seguridad los que irritan a Dios. Si él derriba, no hay quien edifique y trastorna a los poderosos. Todo eso lo hace Dios porque es Dios.

La razón de este poder radica esencialmente en que en la mano de Dios está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano. En otras palabras el Creador es el dueño de todo y somos barro en manos del alfarero y nada podemos hacer ante sus designios, sino agachar nuestra cabeza en humildad y reconocimiento de la grandeza de Dios.

Debemos considerar siempre que solo nuestro Dios es que el tiene poder para hacer y deshacer conforme a sus eternos propósitos.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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