La Biblia dice en Job 34:12
“Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho.”
La versión de la Biblia Dios Habla Hoy traduce este verso así: “En verdad, Dios, el Todopoderoso , no hace nada malo, ni injusto.” La versión Biblia de América lo hace de la siguiente manera: “No. Dios no hace el mal. El Poderoso no quebranta el derecho.” Mientras que la Biblia de la iglesia de América dice así: “Es claro que Dios jamás hace mal, que el Todopoderoso nunca pervierte el derecho.”
Son las palabras de Eliú que aclaran dos grandes verdades sobre Dios en el tiempo del sufrimiento. La primera es que el origen del mal no está en Dios. El mal no nace de Dios y la segunda es que Dios no comete injusticias o pervierte el derecho como dice la versión Reina Valera 1960.
La discusión entre Job y sus tres amigos Zofar, Bildad y Elifaz estaba discurriendo peligrosamente por esa línea de pensamiento. Y es que lo que le había ocurrido al patriarca era demasiado trágico y ellos querían llegar a una conclusión ante esa calamidad colosal que estaba viviendo el antes próspero varón de Dios.
Y ese es el problema que todos tenemos cuando la desgracia llega a nuestra vida. Tratamos de buscar una razón, cuando en realidad esa tarea es casi imposible porque desconocemos muchas cosas como Job y sus enemigos y aún el propio Eliú. El creyente que vive esa experiencia y sus famliares corren el riesgo de atribuir a Dios la autoría del dolor.
Pero Eliú nos ofrece una perspectiva muy distinta a lo que podríamos pensar en esos momentos. La primera es que Dios no hace mal. Y por supuesto que la pregunta que surge es, entonces, por qué ocurren cosas malas. La respuesta la encontramos justamente en los primeros capítulos de este importante libro: el mal tiene su origen en el maligno que anda rodeando la tierra haciendo mal.
La segunda gran aportación de Eliú es que Dios de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia pervierte el derecho, es decir comete un atropello o hace una injusticia. El Todopoderoso puede hacer lo que quiera porque tiene el poder absoluto, pero de ningún modo hará algo que vaya contra la justicia.
La experiencia de Job, que era durísima, no había ocurría porque Dios fuera el causante del mal y fuera injusto. En realidad lo que estaba pasando el patriarca era parte de un plan más allá de lo que todos ellos podían comprender. Cuando padecemos intensamente consuela grandemente nuestro corazón saber que Dios ni hace mal ni es injusto.
En consecuencia nosotros podemos confiar que nuestro dolor será consolado por ese Dios lleno de bondad que hace exactamente lo que es justo.