La Biblia dice en Salmos 73:26

“Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

Asaf, el autor de este salmo, enfrentó una gran contradicción que estuvo a punto de apartarlo de Dios: observó que los malvados tienen mucho más que los justos a pesar de su impiedad y a pesar de la justicia que practican los temerosos de Dios y eso le resultó insoportable. Fueron días amargura, de punzadas en su corazón.

Luego de una reflexión y meditación logró salir de ese cuadro de desánimo, común en todos cuando sufrimos escasez y vemos que otros que no temen a Dios, viven sin ningún tipo de necesidad material, es más acrecientan sus riquezas cada día más con todo y su rebeldía al Creador.

En el verso que hoy meditamos nos damos cuenta que la prosperidad de los malvados no cambiará. Que ellos seguirán teniendo y que los justos seguirán padeciendo carencias, no me refiero a que haga falta de comer o el sustento esencial, me refiero a aquellos bienes más allá del mínimo indispensable para sobrevivir.

Esa es la razón por la que Asaf le dice a Dios que su cuerpo y corazón desfallecen, en otras palabras todo su ser se cimbra porque sabe perfectamente que las cosas no cambiarán que el que tiene tal vez tenga más y el que no tiene tal vez siga padeciendo por carecer de algunos bienes.

Sin embargo, ahora Asaf afirma con toda la seguridad de su corazón que Dios es la roca de su corazón y su herencia para siempre. En otras palabras el salmista ha convertido a Dios en su gran bien. La palabra porción que algunas versiones traducen como herencia o heredad es una expresión material, no espiritual.

Asaf descubrió que Dios es el más grande bien que los hombres pueden tener. En un mundo tan materializado, donde todos luchan e incluso dejan su propia vida por tener cada vez más y más, el bien por excelencia es Dios porque las riquezas pasan, la fama se consume y muere y la vida se acaba a veces mucho antes de tiempo pensado.

En cambio Dios nunca muere. Dios es eterno y nos es muy útil no solo en esta vida, sino en la venidera. Podrán decir que hacer nuestro bien a un ser immaterial es una locura, pero los bienes pueden desaparecer de un momento a otro, en cambio, como dice el viejo himno, pero queda Cristo.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

Deja tu comentario