La Biblia dice en Esdras 1: 5
Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.
Concluidos los setenta años de cautiverio, Dios puso en el corazón de Ciro, rey de Persia que los judíos cautivos en Babilonia regresaran a su patria a reedificar las ciudad de Jerusalén, sus murallas y su templo, en estricto cumplimiento a la profecía que Jeremías dijo que solo estarían setenta años en esa nación y luego regresarían a su tierra.
Esdras, sacerdote y escriba, señala con toda claridad que fue Dios quien puso en el corazón de ese monarca tal determinación inusual en un gobernante porque perdía súbditos y corría el riesgo de que Israel se reagrupara y volviera a tener el esplendor que alcanzó durante la monarquía de Salomón, pero lo hizo.
El texto que hoy meditamos dice que Dios también “despertó el espíritu” de familias completas de Judá y Benjamín, así como sacerdotes y levitas para retornar a la tierra de sus padres con la finalidad de reconstruir todo lo que Nabucodonosor había destruido, particularmente la casa del Señor.
La frase “despertó el espíritu” tiene diversas traducciones. “Puso el deseo”, “habían sido animados”, “sintieron” y “movió el corazón”, traducen las diferentes versiones de la Escritura sobre lo que ocurrió cuando Ciro decretó que podía retornar a su patria a reconstruir su ciudad.
Dios operó en el corazón de su pueblo el deseo y la determinación de regresar a su tierra en una clara demostración de lo que Pablo escribió siglos después: Dios es el que produce en ustedes el querer como el hacer por su buena voluntad. Una forma de recordarnos que la iniciativa para obrar bien nace de Dios y nosotros respondemos por su gracia infinita.
La tarea que el pueblo de Israel tenía frente a sí era enorme porque en primer lugar implicaba salir de la tierra de Mesopotamia y hacer un largo trayecto para volver a la tierra de sus padres y luego comenzar el proceso de reconstrucción, una actividad por demás agotadora porque tenían que quitar todo los destruido y entonces reedificar.
Las grandes tareas espirituales comienzan siempre así, con una determinación divina por mover a sus hijos. Nunca nace del corazón del hombre, nace del corazón de Dios y se requiere disposición para responder afirmativamente para participar de la obra de Dios que siempre trae bendición y satisfacción a la vida de quienes la ejecutan.
Finalmente los judíos regresaron encabezados por Esdras, Nehemías y Zorobabel para reconstruir el templo del Señor y en consecuencia reiniciar la adoración al Dios del cielo y de la tierra.