La Biblia dice en Eclesiastés 1: 12-18

12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.  13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.  14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.  15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.  16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.  17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.  18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

Introducción

En los siete versos que hemos leído para nuestro estudio de hoy, encontramos por lo menos siete veces la palabra sabiduría y dos veces la palabra ciencia. El tema predominante del este pasaje, además de señalar su posición como rey sobre Israel, es justamente el conocimiento.

Salomón nos va hablar del conocimiento. Nadie mejor que él para hablar sobre ese tema. No fue pedantería la suya al señalar que de todos los reyes antes de él nadie tuvo tanto conocimiento como él. Tampoco es vanidad. Fue un hombre que pensó, razonó y reflexionó y nos legó el tres volúmenes en la Biblia destacadísimo como son Cantares, Proverbios y Eclesiastés.

El conocimiento, sabiduría o ciencia fue para Salomón un tema fundamental. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que Salomón le apostó al estudio y aprendizaje como ningún otro rey y en estos versos que hoy estudiamos nos dejó constancia de dicha entrega y pasión.

Salomón sin presentarlo como tal fue el primer científico social. Miró, observó, inquirió, buscó, conoció y dedicó su ser a ver lo que sucedía debajo del cielo como le denomina a lo largo de su libro a la experiencia humana sobre la tierra y escribió los resultados de esa labor de la que también dijo que era vanidad y aflicción de espíritu.

Salomón se dedicó en cuerpo y alma a cultivar su intelecto. Una actividad que muchos desdeñan porque implica un esfuerzo mental y consagrarse a buscar el conocimiento con disciplina y dedicación para aumentar la información que permita una mejor compresión de lo que sucede en este mundo.

Los resultado de esta determinación de la que obtuvo ventaja sobre sus antecesores nos los presenta en los versos que hoy estudiaremos.

El hombre se debate entre lo vano y lo eterno

El conocimiento que no lo satisface

A. Porque es vanidad y aflicción de espíritu
B. Porque añade molestia y dolor

Los seres vivimos lo que la Unicef ha llamado “La sociedad del conocimiento”. Teniendo como base la educación, la información y la libertad de expresión, ese organismo dice que la humanidad se enfila a la era del conocimiento o a una sociedad de la información gracias a los grandes avances tecnológicos.

Desde que el hombre apareció sobre la tierra el conocimiento o la búsqueda del saber se convirtió en una de sus necesidades. Gracias a esa determinación se han logrado los avances en todos los terrenos del saber. Así por ejemplo en 1900 los seres humanos nos comunicábamos con el telégrafo, el ferrocarril y el teléfono fijo.

Hoy en día el avión, el internet y el teléfono móvil hacen ver esos inventos como juguetes para niños. Ciento veinte años fueron suficientes para que el conocimiento deshiciera todo pronóstico de lo que es capaz el hombre de saber y conocer.

La aparición del internet en 1990 es el punto de partida para muchos de la sociedad del conocimiento. De tal magnitud es ese evento que muchos sociólogos e historiadores lo comparan con las grandes revoluciones industriales que ha vivido la humanidad y la sobre dimensionan.

Coinciden en señalar la forma en que esa invención desbancó para siempre la producción agrícola e industrial para instalar para siempre un nuevo sector que se llama “servicios” donde las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental, sobre todo el de las telecomunicaciones que cambiaron para siempre la manera de aprehender el mundo.

El conocimiento está hoy a la mano de todos. El internet en los teléfonos móviles hace que el conocimiento este a solo un toque en una diminuta pantalla. Información de todo tipo se encuentra lista para consumirse. Por fin el saber puede tomarse. Nadie imagino que se llegaría a este punto.

Muchos esperan que con el conocimiento los hombres alcancen por fin su realización. Esa idea ha hecho que en muchos países se considere el internet como un derecho humano, sin embargo hace unos tres milenios hablo sobre el tema del saber, el conocimiento y la ciencia y dijo palabras que nos ayudarán comprender en que acabará la sociedad del conocimiento.

A. Porque es vanidad y aflicción de espíritu

El verso 13 de nuestro estudio dice así:

 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 

La Nueva Traducción Viviente de la Escritura expresa este verso así:

Me dediqué a buscar el entendimiento y a investigar con sabiduría todo lo que se hacía debajo del cielo. Pronto descubrí que Dios le había dado una existencia trágica al género humano.

Salomón decidió buscar el conocimiento. Se dedico con ahínco a tratar de comprender lo que sucedía en el mundo. El rey de Israel investigó, dedicó tiempo a mirar y trató de entender los sucesos que ocurrían en el mundo y llegó a una conclusión porque descubrió que la vida del hombre transcurre en medio de tragedias.

Saber y conocer las cosas es muy bueno, pero Salomón dice que esto es vanidad y aflicción de espíritu. La palabra vanidad ya la hemos estudiado y hemos dicho que se puede traducir como querer atrapar el viento con la mano o se puede traducir como “ilusión”. Salomón, un hombre con mucha sabiduría humana llegó a esta conclusión.

Y aquí cabe una aseveración muy importante: Salomón no fue un ignorante o una persona a la que le repelía el conocimiento. Fue un rey muy sabio que dejó un gran legado de sabiduría a su pueblo y a la iglesia: Cantares, Proverbios y el propio Eclesiastés son su legado a la posteridad.

El conocimiento humano, dice él, es vanidad y también aflicción de espíritu. Esta última frase se inserta por primera vez en el libro y servirá para señalar otras actividades humanas que son absurdas o sin sentido.

Salomón esgrime la razón por la cual dice eso: Lo torcido no se puede enderezar y lo incompleto no puede contarse. Salomón concluye que el conocimiento humano puede crecer y crecer, pero definitivamente hay cosas que no puede reparar y por eso recurre a ese dicho parecido al mexicano: árbol que nace torcido jamás su rama endereza.

El conocimiento humano puede llegar a puntos insospechados, pero no puede resolver todas grandes incógnitas que hay en el ser humano. Preguntas que surgen de lo más profundo de las personas y que muchas de las veces no tiene respuestas y cuando las tienen son insuficientes.

B. Porque añade molestia y dolor

En el verso dieciséis del capítulo uno Salomón hace una gran revelación:

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia

Salomón se dedicó a buscar el conocimiento y lo alcanzó. Este pasaje me recuerda una frase que los japoneses instalan en sus casas: Un día la disciplina superará a la inteligencia. La constancia en una actividad hará irremediablemente personas capaces y capacitadas. Los alemanes suelen decir que si las cosas se hacen con una técnica se alcanzan grandes logros.

Salomón buscó y encontró conocimiento. Pero no conforme con saber y tener ciencia en su vida, también se ocupó para observar las grandes locuras y desvaríos de los hombres. Salomón miró también la ignorancia o sus consecuencias en la existencia humana. Porque definitivamente el conocimiento tiene su opositor: la ignorancia.

El rey de Israel tuvo un espectro completo de lo que las personas pueden hacer con su mente. Recorrió desde la sabiduría, el conocimiento y la ciencia hasta el retraso y subdesarrollo y obtuvo su segunda conclusión que señala en este pasaje: era aflicción de espíritu, es decir absurdo y sin sentido.

El verso dieciocho dice así:

18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

Es innegable que el conocimiento humano ha traído innumerables beneficios a la humanidad, pero sería necio admitir que el conocimiento humano ha traído inmenso dolor a la humanidad.

Cuando escribo esto recuerdo una de las mas terroríficas expresiones de sufrimiento humano: las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. La teoría de la relatividad desarrollada por Albert Einstein fue la base para elaborar una arma que devastó esas dos ciudades dejando una estela impresionante de sufrimiento.

Hay una imagen que me perturba: la imagen de una persona que se desintegró y su silueta quedó pegada en una pared. Solo eso se conservó de todo lo que era. Sin contar con los graves efectos que la bomba dejó en los sobrevivientes. Cada seis de agosto de cada año se le recuerda a la humanidad que quien añade ciencia añade dolor.

El conocimiento humano, al que muchos le apuestan, tampoco puede satisfacer las profundas necesidades del hombre que se debate entre lo vano y lo eterno.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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