La Biblia dice en Isaías 53:10

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Introducción

La muerte de Cristo fue la voluntad de Dios, que según Isaías fue cumplida cabalmente mediante el padecimiento o sufrimiento al que fue sujetado, es decir, Cristo fue sometido por Dios al dolor para de esa manera expiar el pecado de los hombres y concretar los planes del Señor.

Isaías procura de esa forma explicar un hecho que suscita grandes interrogantes en todos los que conocen los sucesos ocurridos en Jerusalén hace mas de dos mil años y que cambiaron completamente al mundo no solo de ese tiempo, sino a través de todas las edades.

Cristo estuvo conciente de haber venido al mundo a cumplir la voluntad del Padre. Así lo vemos o leemos en el evangelio de Juan donde de manera reiterada donde declaraba que lo que decía, hablaba, hacía y obraba era resultado de lo que oía y veía hacer al Padre, una forma de subrayar su sumisión.

Los seiscientos trece mandamientos que los judíos reconocen del libro de Génesis a Deuteronomio nunca ningún hombre los pudo cumplir, solo Cristo con su excepcional vida logró apaciguar la ira de Dios provocada por el pecado de los hombres y la única manera de lograrlo fue obedeciendo.

Ese es el ángulo que el profeta nos muestra en este verso que hoy meditamos. La voluntad de Dios como el requerimiento que Jesús vino a cumplir en la tierra para que los seres humanos pudieramos tener paz con Dios. Lo impactante del relato de Isaías es que fue mediante el sufrimiento al más alto grado como se logró este requerimiento.

La muerte de Cristo fue por amor. Esa fue la principal motivación por la que Jesús ofrendó su vida en la cruz. El pecado de cada uno de los hombres requería esa clase de ofrenda perfecta, pura, sin mancha y voluntaria.

Pascua 2022: El doloroso camino de Cristo para salvarnos

Un camino para cumplir la voluntad de Dios
A. Por medio de la opresión del sufrimiento
B. Para expiar el pecado con su vida
C. Para concretar los planes del Señor

Jesús vivió sometido al Padre hasta el último momento. Así se lo explicaba a sus oyentes, según nos dice Juan 5:19-23

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

A. Por medio de la opresión del sufrimiento

La primera parte del verso que hoy meditamos dice de la siguiente manera:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.

La muerte de Cristo será siempre un gran misterio para la razón humana porque Jesús llevó su vida hasta ese punto para agradar al Padre. La palabra “quiso” que la versión Reina Valera 1960 utiliza en esta primera parte del verso tiene la connotación de Dios demandando y exigiendo de Cristo su vida para salvar a la humanidad.

La versión hebrea del Antiguo Testamento traduce esta palabra con el término “complugó” que ya casi no se utiliza y que significa complacer. Dios se complació de la actitud con la que Jesús tomó la cruz. La palabra “quebrantar” significa aplastar, ser aplastado o estar contrito. Jesús asumió la cruz como Pablo dice en completa humillación.

La kenosis o la doctrina del despojamiento de Cristo de la que Pablo habla en Filipenses 2:5-8 fue anunciada con mucha anticipación por el profeta Isaías.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

B. Para expiar el pecado con su vida

La segunda parte de nuestro verso en estudio dice de la siguiente manera:

Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado.

La palabra expiación que usa Isaías en este verso procede de la raíz hebrea “asham” que sencillamente se traduce como culpa. Ese término se utiliza para hablar de la ofrenda que los hebreos debían utilizar cuando habían ofendido a Dios. A esa ofrenda se le conocía como la ofrenda de culpa.

Esa ofrenda la hacían los judíos por sus propios pecados. Era un poco diferente de las demás ofrendas por el pecado. Al hacerla, el pecador arrepentido reconocía que había pecado contra Dios o había privado a alguien de alguno de los derechos que tenía según el pacto de la Ley, o pedía que se le dejara volver a disfrutar de los derechos que había perdido al pecar y que se le redujera el castigo.

Cristo cumplió cabalmente con esa ofrenda para liberar para siempre de la culpa al hombre delante de Dios. Cristo es la ofrenda perfecta. Hebreos 10: 12-16 lo explica de la siguiente forma:

12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. 15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: 16 Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en sus corazones, en sus mentes las escribiré, 17 añade: y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 18 Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.

C. Para concretar los planes del Señor

La última parte del verso que hoy meditamos dice de la siguiente manera:

verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

La muerte de Cristo tenía un propósito muy claro tanto en lo personal en la vida de Cristo como sus consecuencias en todo el mundo. Cristo aseguraba de esa manera la eternidad porque al sujetarse a Dios, Dios mismo estaba comprometido a no dejarlo en la corrupción de la muerte.

Pero también con su sacrificio, Jesús garantizaba la victoria sobre el pecado para todos los descendientes de Adán.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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