La Biblia dice en Proverbios 19:25
“Hiere al escarnecedor, y el simple será avisado; y corrigiendo al entendido entenderá ciencia.”
Uno de los personajes centrales de los libros de sabiduría de la Escritura es el escarnecedor. Esa palabra se usa como adjetivo para calificar a ciertos seres que están empatados con los necios e insensatos, sin embargo poseen una característica que los distingue al momento de ser identificados con ese nombre.
La palabra hebrea para este término es “luts” y las diferentes versiones de la Biblia la traducen como burlador, insolente. La palabra se traduce como intérprete y también como embajador. Uno se podrá preguntar qué relación tiene el escarnecedor con un intérprete. La respuesta es sencilla la raíz de la palabra tiene la connotación de alguien con dos bocas.
Claro que la palabra boca tiene el sentido de lenguaje, habla o idioma. El escarnecedor por así decirlo tiene dos lenguajes o puede utilizar dos clases de idiomas y emplea el de la burla, en lugar de utilizar el de respeto y consideración a los demás. Una escarnecedor, entonces, es una persona burlona que disfruta ridiculizando a los demás. Lo hace de manera insolente.
Es posible que el mejor texto que ilustre a un escarnecedor es también Proverbios 20: 1 que en la versión Dios Habla Hoy dice así: “El vino hace insolente al hombre; las bebidas fuertes lo alborotan; bajo sus efectos nadie actúa sabiamente.” El escarnecedor hasta se sienta para disfrutar su estilo de vida lleno de veneno mortal para sus semejantes.
El proverbio que hoy meditamos nos dice que recibirá heridas por su conducta, pero no entenderá. En realidad los golpes que la vida le dará están diseñados para que el simple, un ser del que hablaremos después, pero que comparte insensatez con él, sea advertido de lo que le ocurrirá a las personas sin juicio.
El idioma o lenguaje del burlador es el de la mofa, el pitorreo, el sarcasmo y la rechifla. Vive en ese mundo sin percatarse del daño que produce en las personas a veces de su propia familia. Dedicado a burlarse de todo no repara que sufrirá el resultado de su equivocada conducta.
Dios detesta a los escarnecedores porque se ríen de la perfecta creación del Dios manifestada en cada ser humano, dotado con una personalidad propia y que a los ojos de los burladores solo produce risa.