La Biblia dice en Eclesiastés 5: 10
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
Introducción
El amor al dinero es presentado crudamente por Salomón, un hombre que tuvo muchas riquezas, que no buscó ni que persiguió, sino que llegaron a su vida como un don de Dios por su corazón que buscó sabiduría antes que bienes y riquezas. Eso nos ofrece la seguridad de que sabe de lo que habla.
Nos ofrece una perspectiva muy clara respecto al conflicto que representa amar los tesoros. El amor al dinero vuelve a las personas en seres llenos de avaricia. La avaricia es el deseo impulsivo de ganar y ganar dinero y retenerlo a toda costa. Se gana el dinero para quedarse con él y no gastarlo ni siquiera en uno mismo.
Todos los seres humanos tienen en su interior el deseo de acumular bienes. Algunos lo intentan y otros más renuncian ya sea porque descubren o se siente incapacitados para lograr ese desafío, pero otros lo hacen y su vida se convierte en grandes amantes de los bienes materiales.
Gracias a los medios de comunicación hoy conocemos de muchos ricos. La revista Forbes, especializada en las grades fortunas, publica año con año a los hombres más ricos del planeta. Gracias a esa revista nombres como Bill Gates, Jeff Bezos, Steve Jobs, Carlos Slim y muchos otros nombres se han vuelto comunes.
Hablar de riquezas sin considerar la vida de estos hombres resultará complicado para comprender de lo que nos habla el rey Salomón. Estos hombres aman el dinero. Viven para hacer dinero. Su existencia se desarrolla entre negocios y más negocios con tal empeño que pareciera no haber otro estilo de vida.
En sus observaciones sobre lo que ocurre en este mundo, Salomón descubrió que el amor al dinero produce dos grandes males: 1. Quien ama el dinero nunca se sacia, es decir nunca dice: Hasta aquí, no más dinero. Jamás. Estos hombres citados líneas arriba son el mejor ejemplo. 2. El que ama el mucho tener no obtiene fruto.
Salomón nos ofrece la realidad de las riquezas por varios motivos, principalmente para recordarnos que a su paso por este mundo, algunos hombres deciden su amor por las riquezas, pero también para mostrarnos el grave error de tomar este camino que a la larga produce ricos insatisfechos.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque ama el dinero
I. El amor al dinero produce seres que nunca se sacian
II. El amor al dinero produce seres insatisfechos
Debemos clarificar que Salomón nos va a hablar de personas que aman el dinero. Estas personas han puesto a las riquezas como lo más valioso que puede haber en la tierra. Por encima de cualquier otra querencia que puede haber sobre la tierra, ellos han optado por poner su existencia al servicio de los bienes materiales.
Duermen y despiertan pensando en el dinero. Su mente solo retiene y guarda lo que puede darles más dinero y su estilo de vida tiene como eje rector a todo aquello que haga crecer su dinero, propiedades o bienes. No hay otra razón de vida para cada uno de ellos. El dinero es su vida misma.
Salomón los exhibe para hacernos ver nítidamente como viven ellos para no sorprendernos de sus debilidades y ambiciones, pero también para hacernos ver el resultado de una vida de esa manera. Las riquezas, en opinión de Salomón, son un gran espejismo. Una ilusión más que hay en esta vida. No es casual que el verso nueve termine así: Esto es vanidad.
I. El amor al dinero produce seres que nunca se sacian
Pablo definió el amor al dinero como la raíz de todos los males. Evidentemente se refería no solo a los males sociales que vivimos en todo el mundo, sino particularmente a los males espirituales que acarrea en la vida de las personas dejarse dirigir exclusivamente por los bienes materiales.
Salomón enfoca sus observación a un detalle sumamente interesante: El que ama el dinero, no se saciará del dinero, dice. Es importante notar que no se trata de una suposición o una declaración simple. No. Es una afirmación basada en la observación detallada del devenir del hombre sobre la tierra.
El hombre que ama el dinero tiene un punto de partida, pero nunca tendrá un punto final. Entre más tiene, más querrá. No es que diga: Tengo algo de dinero; haré un poco y cuando tenga cierta cantidad me retiraré. La codicia, una manera de llamar también al amor al dinero, tiene la desgraciada maldad de incrustarse en la vida de las persona y no irse nunca.
¿Ejemplos? Muchos. En México tenemos a uno de los hombres más ricos no solo del país y América Latina, sino del mundo entero. Se llama Carlos Slim Helú y es hijo de migrantes libaneses que llegaron al país a principios del siglo pasado. La adquisición en 1989 de la telefónica estatal Telmex y luego el boom de la telefonía celular lo ha hecho muy rico.
En las primera dos décadas de este siglo su riqueza se ha levantado como la espuma de tal suerte que sus empresas han dejado de ser locales y ha creado la empresa América Móvil que compite en países de todo el continente americano. No le basta dominar el mercado mexicano de las telecomunicaciones, busca ahora nuevos territorios.
Sus biógrafos han señalado que su inmensa fortuna, cuestionada por algunos ya que surgió de un tiempo de gran corrupción en México, cuando el gobierno mexicano vendió sus empresas gubernamentales, puede gastarse hasta en cinco o diez generaciones y no desaparecer.
El ingeniero Slim no ha dicho, ni creo que dirá nunca: Bueno, he llegado hasta ese punto y dejaré a otro que tome mi lugar y mis negocios y con toda mi familia me retiraré a disfrutar de todos mis bienes. No. Eso jamás lo escucharemos porque las riquezas tienen un punto de partida, pero nunca un punto final.
Lo mismo aplica a personajes inmensamente ricos en otras latitudes del mundo, como Bill Gates, por ejemplo. Creador de la empresa Microsoft en Estados Unidos y dominante en el mundo entero de los programas de cómputo que hace posible que las computadoras funcionen.
Él también continúa en el mundo de los negocios, porque es muy difícil que pueda decir que ha hecho el dinero suficiente. Nunca las riquezas serán suficientes porque una vez que una persona tiene mucho dinero. Aunque con esa decisión su vida quede enredada en las riquezas materiales de este mundo.
Y así, en todo el mundo podemos encontrar personas que teniendo ya lo suficiente y en muchas ocasiones mucho más de lo necesario, desean más y más.
El último ejemplo y triste, por decir lo menos, es el sucedido al rey Juan Carlos de España que teniendo una vida llena de lujos, sin trabajar, sostenido por el gobierno español, tuvo que salir de su nación porque sobre él pesaban acusaciones graves de corrupción al haber obtenido dinero de manera fraudulenta.
Qué le hacía falta a este hombre. Nada. Por qué incurrió en esos delitos. Simple el dinero siempre produce seres insaciables. No se cansan de tener y cuando no pueden tener dinero legítimamente recurren a prácticas vergonzosas que los exhiben como ambiciosos y codiciosos.
El amor al dinero nunca podrá hacer que las personas ponga freno a sus apetitos materiales.
II. El amor al dinero produce seres insatisfechos
En la segunda parte del versículo que hoy estamos estudiando, encontramos la siguiente afirmación: y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
La Biblia dice que las riquezas producen seres insatisfechos y no se equivoca. La Biblia es la palabra de Dios y establece con toda claridad las graves carencias de los seres humanos cuando tratando de evitar a Dios, buscan otras maneras de lograr su realización sobre este sufrido mundo.
Recientemente surgió a finales del siglo pasado y principios de este siglo una agrupación llama NXIM. Dirigida por un hombre llamado Kein Rainirie que se presentaba como un líder capaz de ayudar a encontrarle sentido a la vida si se seguían sus enseñanzas y consejos. Muchos lo aceptaron como su gurú y se creo así una organización que devino en secta.
La mayoría de quienes le siguieron fueron personas que tenían recursos económicos más allá de lo elemental ya que sus cursos tenían costos impagables para personas de clase baja y clase medio y aún de clase media alta. La mayoría de sus seguidores eran ricos, que aún teniendo mucho dinero cayeron rendidos ante este personaje que hoy esta en la cárcel.
Apenas del mes de noviembre le fue dictada cadena perpetua por diversos delitos, pero quizá uno de los grandes escándalos que provocó su detención fue el hecho de que diseñó un harem de mujeres con las que tenía relaciones sexuales a muchas de las cuales marcó con sus iniciales de su nombre en sus muslos.
Algunos mexicanos con riquezas cayeron en este engaño. Lo que para muchos resultó incomprensible porque resulta inconcebible que personas con vastos recursos hayan podido caer en semejante engaño de un personaje que resulto un psicópata y narcisista escondido en enseñanzas de superación personal.
Sin embargo, Salomón, lo dijo claramente desde hace 30 siglos, el mucho tener no necesariamente garantiza satisfacción personal. Las riquezas pueden generar, la contrario, un peligroso vacío. Ese vacío es el que el Eclesiastés llama vanidad de vanidades, todo es vanidad.