La Biblia dice en Eclesiastés 10: 8-9
8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente. 9 Quién corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.
Introducción
No existe mayor pesar en esta vida que uno mismo ser el autor de todas nuestras propias calamidades. El peso del fracaso, la desilusión y del desencanto en esta vida se vuelve insoportable cuando descubrimos que hemos sido nosotros mismos los causantes de nuestra derrota o desdicha.
El Eclesiastés se enfoca ahora con cuatro sentencias o proverbios para señalar con toda claridad que no hay peor necedad en este mundo que generar nuestra propia destrucción con nuestras acciones. Nadie debe sentirse sorprendido si al final de la jornada encuentra desolación y pasivos en su haber.
Lo que hacemos hoy será lo que disfrutaremos mañana. Nuestras acciones serán retribuidas por supuesto que en el cielo, pero también en esta tierra donde gozaremos de lo que hacemos o padeceremos de nuestras malas acciones porque cada uno de nosotros labramos nuestro propio destino terrenal.
El rey Salomón nos dejó estas cuatro, breves, pero profundas sentencias que resumen mucho de lo que ocurre en nuestra vida y que a veces olvidamos, pero tarde o temprano nuestra realidad nos lo recuerda o nos hace ver que en realidad cada uno de nosotros somos el resultado de todas nuestras acciones sumadas.
Se trata de verdades que deben pentetrar en el corazón de los lectores de este importante libro porque solo de esa forma podrán recapacitar y revisar cada una de sus obras a fin de que traten a toda costa de hacer bien antes que mal y tratar a toda costa de deshacerse de todo aquello que daña a otros y a ellos mismos.
La Escritura es muy clara a la hora de establecer con toda claridad que lo que el hombre siembra es justamente lo que cosecha. Las personas no pueden esperar recoger algo distinto a lo que sembraron. Lo verdaderamente triste es sembrar uno mismo su propia ruina. Esa es la verdadera tragedia: plantar nuestra propia derrota.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque él mismo construye su derrota
A. Construye su destrucción
B. Construye su condena
C. Construye su desilusión
D. Construye su fracaso
Son cuatro sentencias producidas o como resultado de la profunda observación del rey Salomón. En ellas están contenidas verdades elocuentes, que tanto en el libro de los Salmos y Proverbios ya se han enunciado, pero que en Eclesiastés se inscriben para mostrar lo absurdo de la necedad de los hombres.
Cada una de ellas nos servirá para establecer el grado de perjuicio que los hombres se hace con sus acciones. Aquí me gustaría citar el poema de Amado Nervo, poeta mexicano, que con una brillantez amplia establece que de principio a final la vida es resultado de lo que hacemos o dejamos de hacer.
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Y es que los seres humanos somos justamente el resultado de lo que hacemos o decimos. O nos sobreponemos a nuestras circunstancias y personas que afectan negativamente nuestras vidas o cuando hagamos el corte de caja de nuestra vida salgamos con grandes pasivos.
A. Construye su propia destrucción
El primer proverbio de esta sección dice de la siguiente forma:
El que hiciere hoyo caerá en él.
La palabra hoyo en el Antiguo Testamento tiene la connotación de una fosa o tumba. El proverbio con el comienza la reflexión de Salomón en este pasaje es justamente con esta actitud de algunas personas de tomar decisiones que en lugar de preservarles la vida, en realidad están buscando su propia destrucción.
Cavamos un hoy cuando convertimos hábitos perniciosos, dañinos y lesivos para nuestro cuerpo y luego nos preguntamos por qué llegué hasta este punto, cuando en realidad fuimos nosotros mismos quienes fuimos dándole a la tierra golpe a golp y pala a pala hasta edificar nuestra propia tumba.
En Salmos 7: 15 encontramos el siguiente texto: “Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá.” David se está refiriendo a los malvados y es que justamente los impíos son quienes caen en esta condición porque su necedad y maldad los llevan a hacerse daño ellos mismos.
Esta misma verdad, la encontramos en Proverbios 26: 27 que dice en su primera parte así: “El que cava foso caerá en él.” Y de igual modo se refiere a la conducta de los imprudentes o insensatos.
B. Construye su condena
El segundo proverbios que cita Salomón dice de la siguiente manera:
y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente.
La versión de la Biblia Dios Habla Hoy traduce este texto de la siguiente manera: “Al que rompe el muro, la serpiente lo muerde.” Y la versión la Biblia de América lo traduce como “Al que derriba u muro, lo morderá la serpiente.”
Para comprender la naturaleza de este texto o sentencia debemos tener claro que la presencia de reptiles en las tierras orientales era algo muy común y que por ello se debía maximizar la protección de los hogares con vallas y toda clase de instrumentos que hicieran difícil su ingreso a los hogares.
Cuando una persona tiraba un vallado o una barrera de protección lo más seguro es que una culebra podría entrar a su casa y causarle grande males. En ese sentido, los hombres forjan con sus acciones todas aquellas cosas que los protegerán o que les dejarán indefensos ante la vida.
Cada una de nuestras decisiones van creando un vallado o van derribando una pared.
C. Construye su desilusión
La tercera sentencia de nuestros versos en estudio dice de la siguiente manera:
Quien corta piedras, se hiere con ellas.
La versión de la Biblia Dios Habla Hoy nos muestra de la siguiente manera este mismo verso: “El que labra piedras, se lastima con ellas.” La versión la Biblia de América dice así: “El que saca piedras se lastimará con ellas.”
Los edificios de la antigüedad nos muestran claramente el manejo de las piedras que tuvieron las grandes culturas. Ciudades como Petra en las cercanías de Israel nos dan muestra palpable de la forma en que labraron las rocas. También como removieron toneladas de ese material.
Esa actividad sirve como ilustración para Salomón quien nos enseña que debemos tener presente siempre que toda acción tiene una reacción o que todo lo que hagamos tendrá una consecuencia. Por comisión u omisión la vida nos cobrará siempre. Salomón lo reitera en su libro.
D. Construye su fracaso
El último dicho de Salomón dice así:
El que parte la leña, corre el riesgo de cortarse.
En las cuatro sentencias usadas por el Eclesiastés descubrimos que cada acción en la vida conlleva un riesgo. No hay actividad que no lleve riesgo alguno. Salomón quiere que midamos muy bien lo que hacemos para no fracasar.
Todas nuestras acciones producirán un resultado. Tratemos que nuestras acciones se enmarquen dentro de lo sensato para disfrutar sus resultados. De lo contrario preparémonos si lo que hacemos nace de la imprudencia porque pagaremos sus consecuencias y resultados.