La Biblia dice en Eclesiastés 7: 7
Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio y las dádivas corrompen el corazón.
Introducción
El hombre sabio puede perder su capacidad de distinguir lo bueno de lo malo y caer en el terreno de los insensatos e imprudentes si se deja seducir por la corrupción del soborno y acepta ya no solo halagos, sino regalos, obsequios, presentes y atenciones materiales que Salomón llama dádivas.
El Eclesiastés está interesado en hacer saber que la sagacidad, prudencia y sensatez de un hombre o una mujer se puede desviar si se deja llevar o se deja arrastrar por el soborno y el cohecho en cualquiera de sus formas o manifestaciones en la vida diaria en lo que representa una de las batallas más duras que el sabio puede enfrentar.
Desde hace miles de años el hombre se enfrenta a la gran disyuntiva de vivir honestamente con lo que recibe de su labor o trabajo o recibir dinero por debajo de la mesa. Lo que vemos ahora en los medios de comunicación de hombres que parecían honorables, pero que se hicieron ricos de manera indebida no es nada nuevo.
Salomón nos va a llevar a un tema muy conocido para todos nosotros, particularmente en los países latinoamericanos flagelados por la corrupción con los dineros públicos de las naciones, un mal que ha empobrecido a millones de seres y ha enriquecido a un puñado de personas que sin moral ni consideración de ningún tipo se dedican a saquear sus países.
No hay que perder de vista que Salomón escribe sobre la cruda realidad de este mundo y aquí hace un llamado a los sabios para que eviten caer en este mal. Por qué no hace un llamado a todos los hombres y solo a los sabios, muy sencillo: los sabios tienen todavía posibilidad de atender sus palabras, los necios no. La corrupción es inherente al malvado.
El Predicador nos presenta los males ante los que se enfrenta el sabio. Aquí debemos decir que el sabio no es aquel que tiene mucho conocimiento, sino aquella persona que por su experiencia, entendimiento e inteligencia sabe que decidir al tomar decisiones que tienen que ver con su vida.
Esa clase de personas enfrentarán en un momento determinado dos grandes problemas: 1. La extorsión pasiva o activa. Me explico. La extorsión pasiva es la que le piden otros que haga o deje de hacer algo para que ellos obtengan una ganancia económica y la activa es la que él mismo emprende para allegarse de dinero o bienes de manera indebida.
Y 2. Los regalos o dádivas que puede recibir y que en cierto sentido se ligan o unen a los halagos verbales y que pueden hacer que el sabio corrompa su corazón y deje de pensar y razonar sus acciones o sus palabras con tal de quedar bien con quien le hace los obsequios, muchas veces de gran precio.
Salomón nos va hablar en este verso de dos grandes males que pueden acontecer a un hombre sensato: la corrupción por medio de los sobornos.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque debajo del sol los sobornos corrompen
A. El soborno entorpece hasta al sabio
B. El soborno pervierte hasta al sabio
La cultura del soborno está tan arraigada en nuestra amada América Latina que la encontramos desde una sencilla oficina pública hasta en las grandes corporaciones y los más altos niveles de gobierno. Salomón no está hablando de algo que no conozcamos o que no hayamos sufrido.
Entregar dinero o dádivas a cambio de favores o apoyos es un problema muy grave en nuestra sociedad porque la corrupción carcome por todos lados nuestros países. México padece desde hace siglos este flagelo que le ha hecho tanto daño llevando no solo a la pobreza a millones, sino aún a la muerte.
Cientos de ejemplos en nuestro país nos ha hecho parecer al mundo como el gran paraíso de la corrupción y la impunidad porque a pesar de existir evidencia de millones y millones de pesos obtenidos de manera corrupta, muchos de quienes han obtenido sus riquezas de esa manera viven sin preocupación alguna.
Salomón nos va a llevar por un tema básico y fundamental: el sabio vive en medio de este mundo y debe tener mucho cuidado para no pasar de la sabiduría a la necedad, obteniendo dinero indebido.
A. El soborno entorpece hasta al sabio
El monarca sabio de Israel dice que la opresión hace entontecer al sabio. La palabra opresión es traducida como “violencia” en algunas versiones de la Escritura, porque su raíz etimológica tiene esa connotación, pero la raíz hebrea de la palabra “haoseq” que utiliza aquí Salomón es “ashaq” que se traduce en otros pasajes como oprimir y extorsión.
El soborno o extorsión es un mal que de acuerdo a Eclesiastés el sabio debe enfrentar porque lo puede entontecer. La palabra hebrea “halal” es la raíz de la palabra “entontecer” que usa Salomón y se refiere desde perder la razón hasta volverse loco.
Claro, Salomón, la emplea en sentido figurado para resaltar el grado de enajenación que puede provocar la extorsión o soborno en la vida de una persona sabia. Si eso provoca en alguien sensato, ni que decir lo que hace en una persona que de pronto se encuentra un puesto donde puede obtener mucho dinero indebido.
La palabra extorsión, soborno y opresión se usan indistintamente en la Escritura porque en muchos lugares la corrupción llega a ser tan opresiva que servicios o bienes que no deberían costar nada porque son gratuitos deben pagarse o darse una contraprestación sin que sea debida.
Lamentablemente es muy común ver en México personas que parece que han perdido todo juicio cuando llegan a un puesto público porque lo único que hacen es robar y robar a través de la extorsión y el soborno. Ejemplos muchísimos. Hoy en día hay por lo menos diez exgobernadores presos por enriquecimiento inexplicable.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Nayarit. El ex gobernador Roberto Sandoval está acusado de enriquecimiento ilícito. En tanto que su l fiscal Edgar Veytia está preso en Estados Unidos acusado de cargos de tráfico de drogas. Sin embargo lo sucedido en ese estado es espeluznante.
Una vez concluido su sexenio que duró del 2011 al 2017, una comisión de ciudadanos documentó los excesos cometidos por ambos personajes. Por ejemplo obligar violentamente a ciudadanos a ceder casas y terrenos so pena de desaparecerlos. Una verdadera locura por el poder.
B. El soborno pervierte hasta al sabio
Dice Salomón en este verso:
las dádivas corrompen el corazón.
Los regalos son una especie sofisticada de los halagos, de los que nos habló Salomón en los versos anteriores y ahora señala que los regalos u obsequios pueden llegar a corromper el corazón del sabio, en otras palabras una persona sensata y prudente puede pervertirse con esa clase de bienes que llegan a su existencia en forma de presente.
La palabra “corrompen” procede de la raíz hebrea “abad” que se traduce como destruir. La corrupción de la que habla el autor de Eclesiastés es aquella que daña severamente la vida de las personas a tal grado que trae consigo no solo males, sino la propia destrucción de las personas que lo practican.
Es obvio que la clase de dádivas de las que habla en este pasaje la Escritura no son insignificantes regalos o presentes, son obsequios que tienen como finalidad comprar la voluntad de las personas para tratar de alcanzar un beneficio material o un privilegio que de otra manera no podrían obtener.
Quiero citar aquí un artículo que escribí con motivo de la lectura del libro Líbranos del Mal, la corrupción y desarrollo para la fe y la iglesia cristiana en América Latina, escrito por el misionero argentino Roberto Laver. El artículo viene muy al caso ante el tema que hoy nos ocupa:
Hablar de la corrupción desde la iglesia cristiana evangélica es un reto y una asignatura pendiente. En estos momentos en los que ese tema escala todo conglomerado social ya sea en países pobres o ricos señalarlo, denunciarlo y criticarlo es un imperativo ético, sobre todo porque el mal de la corrupción afecta a todos, pero de manera trágica a los más pobres.
Cuando el apóstol Pablo dijo que la iglesia era “columna y baluarte de la verdad” estaba contraponiendo de manera abierta a ésta con el sistema de corrupción que ya existía desde mucho antes que el imperio romano y estaba abriendo una brecha insuperable entre la iglesia y el mundo corrompido moral y materialmente.
Y eso es justamente lo que nos hace recordar el abogado, académico y consultor internacional, Roberto Laver, quien recién ha publicado un libro indispensable para todos los interesados en el tema.
Es un llamado desde la academia y la sensatez a revisar la función de la iglesia cristiana evangélica a la hora de intentar insertarla en el mundo. La iglesia tiene mucho que decir sobre el fraude, el robo, la injusticia social y las trampas. Debe denunciarlas, nunca convalidarlas. Si la iglesia no es luz, entonces, no sirve para algo más.
La corrupción manifestada en nepotismo, clientelismo, conflicto de intereses, sobornos y malversaciones de fondos públicos debe ser señalada y censurada porque puede terminar devorando a todos los integrantes de la sociedad.
Con una solvencia y conocimiento fuera de toda duda, el autor de este volumen nos ha entregado un texto completo de cómo desde hace unos 20 o 25 años instituciones financieras como el Banco Mundial y organismos multilaterales como la ONU o la OECD han impulsado la agenda de transparencia y rendición de cuentas en países de todo el mundo.
La corrupción en el orbe obligó la creación de un organismo llamado Transparencia Internacional, que devino en oficinas en decenas de países con la finalidad de detener el abuso en el manejo de recursos financieros, subvencionados por la banca internacional y también los recursos públicos, pero fue insuficiente.
Entonces, se obligó a los gobiernos principalmente en América, Asia y África a establecer organismos de transparencia. Así fue como en México llegamos a los institutos de Transparencia y luego o casi junto con los órganos de auditoría, pero los resultados en la lucha contra la corrupción siguieron con pocos resultados.
Es interesante notar que la iniciativa de transparentar los dineros públicos vino de fuera. No fue una determinación que naciera de la preocupación de las autoridades mexicanas. Fue la misma situación en muchos países hermanos de América Latina. Las reformas a sus sistemas de rendición de cuentas, también vinieron del exterior.
La última apuesta fueron los sistemas anticorrupción que en México y otros países fueron establecidos con bombo y platillo en estos últimos años, pero en realidad los alcances para castigar conductas fraudulentas es testimonial o las victorias son pírricas. Odebrecht es el caso más emblemático de este fracaso, al menos en México.