La Biblia dice en Eclesiastés 7: 21-22
21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti; 22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
Introducción
Una de las historias que mejor retratan este problema que tiene el ser humano lo encontramos en una historia relatada en los libros de educación primaria en México y que se conoce como El niño, el abuelo y el burro. Dice así:
Un hombre y su hijo iban una vez con su burro de camino al mercado, mientras caminaban a su lado pasaba un hombre de campo que dijo: ¿Para qué sirve ese el burro sino para que montarse? Así que el hombre puso al niño en el burro y siguieron su camino, pero pronto pasaron un grupo de hombres, uno de ellos dijo: Mira ese joven perezoso, él deja a su padre caminar mientras el monta cómodamente al burro. Así que el hombre ordenó al muchacho que bajara, y se subió él. Pero no habían ido muy lejos cuando pasaron dos mujeres, una de ellas le dijo a la otra: ¡Qué vergüenza que papá perezoso, cómo deja que su pobre hijo camine mientras él va en el burro. Bueno, el hombre no sabía qué hacer, pero al fin tomó su niño y lo subió delante de él en el burro. Para entonces habían llegado a la ciudad, y los transeúntes comenzaron a burlarse y apuntarles. El hombre se detuvo y preguntó de qué se estaban burlando y los hombres dijeron: ¿No te da vergüenza de la sobrecarga que lleva el pobre burro contigo y tu hijo?
El relato nos enseña la manera en que actuamos cuando escuchamos lo que se dice de nosotros y lo tomamos muy a pecho como Salomón nos recomienda no hacer. Los seres humanos somos en ocasiones muy aprehensivos y eso definitivamente no es bueno porque atender a lo que otros dicen es una perdida de tiempo y esfuerzo.
Salomón nos va a decir por qué no debemos actuar de esa manera. El sabio rey de Israel tiene un mensaje muy claro para los seres humanos que esperan que se hable siempre bien de ellos.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque es aprehensivo con todo lo que oye
A. Todas las personas hablan mal de otros
B. Uno mismo habla mal de otros
Nuestra generación tiene ante sí muchas voces. Hoy en día toda la gente opina, principalmente a través de las redes sociales. Lo que hace apenas unos años antes parecía imposible hoy la participación de los ciudadanos en los temas de interés común, asuntos familiares y hasta asuntos sin relevancia tiene una gran resonancia en las sociedades.
Hoy podemos ver a personas que con nombre y rostro hablan, opinan, señalan, critican y muestran su beneplácito y su molestia con lo que sucede en su entorno. Pero también podemos ver muchas personas que desde el anonimato exhiben sus odios, rencores y resentimientos.
También como nunca tenemos muchas voces a nuestro alrededor. Salomón nos da una recomendación muy sabia “no apliques a tu corazón todas las cosas que se dicen”, es decir no escuches ni trates de saber todo, en primer lugar, luego cuando lo sepas no permitas que se instale en tu corazón.
Querer saber todo lo que se dice de nosotros y luego dejar que penetre en nuestra mente solo nos hará sentir muy mal porque si no todos, hay muchas personas que hablan mal de nosotros y esa lección es la que hoy nos dará Salomón. Una lección de vida para vivir libres, en paz y sobre todo sin cargas emocionales negativas.
A. Todas las personas hablan mal de otros
Una conocida comunicadora mexicana sueles decir: “Si no estás en la comida, seguro estas en el menú.” Para señalar que las conversaciones en México generalmente se torna en espacios donde el tema principal son personas ausentes. Claro. Nadie va a hablar mal de otra persona estando presente.
Salomón dice en el primer verso de nuestro estudio lo siguiente:
21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti.
El rey de Israel dice que los empleados hablan mal de su jefe. Eso no una extraordinaria verdad. Los gobernados hablan mal de sus gobernantes. Las ovejas hablan mal de su pastor y así casi en todos lados. Pensar que no hablan mal de ti es ingenuo, pero también es algo necio enterarse a toda costa de lo que se dice de ti.
Y algo todavía más necio es precisamente tomar esas palabras y dejarlas sembradas en nuestro corazón. La palabra hebrea que se utiliza para la expresión mal es qalal que se traduce como malo, maldito, maldición, despreciable, levemente apreciado, entre otras significados.
La gente habla de los demás así: con desprecio, con maldiciones y la mayoría de las veces sin aprecio alguno. No tiene caso alguno tratar de enterarse de lo que se dice de nosotros si Salomón nos muestra que toda la gente habla mal de los demás, incluso el siervo de su esclavo.
Sin embargo, mucha gente, a sabiendas de que si se aferran a escuchar lo que los demás dicen de ellos, solo confirmarán lo que el Predicador esta diciendo: las personas hablan mal de otros por las más diversas causas. A veces porque les fastidia su éxito, otra porque les incomoda su sapiencia, otras porque están inconformes con su riqueza.
Existen mil razones para que se hable mal de uno. Eso es triste, pero es una gran verdad. A veces la gente mal habla hasta de personas que ni siquiera conoce porque tienen una inclinación hacia el mal. Que irritante es descubrir que otros dicen cosas horribles de uno, mentiras y medias verdades.
B. Uno mismo habla mal de los demás
Es muy molesto cuando te das cuenta que unas o varias personas hablan contra ti. Te irritas y te enciendes porque lo consideras injusto. Salomón dice que debes apaciguarte porque tu también lo has hecho. Lo dice de la siguiente forma:
22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
Aquí aplica clarmente la regla de oro: De la manera que quieres que las personas te traten, así trátalas tu también. Es una realidad que las personas hablan mal de los demás. A veces no se conoce, pero en otras sale a relucir por alguna grabación que se hace y entonces se descubre que pasa.
El presidente uruguayo, por citar un ejemplo, José Mujica se metió en tremendo lío con su par argentina Cristina Fernández de Kichnner porque sin saber que un micrófono que estaba frente a él estaba encendido, dijo: “Esta vieja, es peor que el tuerto”, refiriendose a ella y a su esposo fallecido.
Así también se ha sabido lo que el presidente Richard Nixon pensaba de Salvador Allende en las grabaciones de sus conversaciones que hace apenas unos años se dieron a conocer a nivel mundial.
Todos en algún momento hablamos mal de otros, el consejo del sabio de Israel es: No tomes personal que alguien hable mal de ti y procura no hablar mal de los demás.