La Biblia dice en Eclesiastés 6: 11-12
11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre? 12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Introducción
Salomón descubre otro de los grandes males del ser humano: hablar y hablar, discutir y discutir, las muchas palabras le llama la versión Reina Valera 1960 que lo llevan a engrandecer la vanidad. Otras versiones traducen “multiplicar la vanidad” como acrecentar “falsas ilusiones”.
Salomón vio en sus observaciones del devenir del hombre sobre la tierra un aspecto que le llamó poderosamente la atención. Descubrió que los humanos somos muy proclives a teorizar sobre asuntos en los cuales en realidad poco tenemos que hacer y a veces casi nada porque en realidad los desconocemos absolutamente.
No trata aquí Salomón de los grandes descubrimientos y adelantos que el hombre ha alcanzado y muchos de los cuales se han adelantado en generaciones pasadas hombres visionarios. Julio Verne escribió decenas de años antes que el hombre viajaría en el mar por medio de un submarino.
No Salomón no se refierre a esa clase de conocimiento, sino aquellas circunstancias que llega de pronto sin siquiera saber bien de donde vinieron o salieron y de pronto el hombre se encuentra viviendo en una realidad que jamás imaginó. Se encuentra viviendo experiencias que nunca pasaron por su mente.
Queda muy bien la experiencia que el hombre esta viviendo en estos días con el Covid-19. Nadie pudo imaginarse que una enfermedad podría literalmente detener al mundo en lo general, pero en lo particular nadie supuso que un mal físico haría que muchos se tuvieran que resguardarse en sus casas.
La experiencia humana es así de dramática y Salomón desea que sus lectores aprendan a vivir bajo esa realidad. Hablar mucho hace abundar las falsas ilusiones cuando el hombre ignora lo que le depara la vida. Los hombres desconocemos que ufanarnos de la vida o que somos dueños de ella no es más que insensatez.
La pandemia que vivimos hoy en día se ha plantado frente a nosotros para recordarnos por si lo hemos olvidado que no somos dueños de nada, ni de nuestra salud, ni de nuestra vida misma y aunque nos pensemos invencibles o imbatibles la realidad es completamente contraria.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque habla sin saber que le depara la vida
A. Ignora que las palabras multiplican la vanidad
B. Ignora qué es lo importante
C. Ignora lo que sucederá en la tierra luego de su muerte
Salomón hace tres preguntas en este pasaje que nos servirán para nuestra reflexión. El rey sabio de Israel pregunta: 1. ¿ ¿Qué más tiene el hombre? 2. ¿Quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Y 3. ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Con esas tres preguntas reconoce que el hombre ignora las bases esenciales de la vida. La humanidad desconoce en realidad que no tiene nada, a pesar de que alcancen riquezas y bienes. Es una ilusión pensar que es dueño de algo. En realidad no se es dueño de nada porque no somos dueños de lo más esencial: la vida.
Estamos frente a una de las grandes conclusiones del libro de Eclesiastés. El hombre necesita aprender, requiere conocimiento y debe hacerse humilde para ser adiestrado en aquello que verdaderamente es importante. En otras palabras debe luchar contra la ignorancia sobre aspectos fundamentales de la existencia humana.
A. Ignora que las palabras multiplican la vanidad
El verso uno de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?.
¿Qué quiso decir Salomón con estas palabras y esta pregunta? El autor de Eclesiastés nos presenta la actitud de la humanidad empeñada en establecer sus propias verdades. De buscar entre ellos mismos respuestas a interrogantes que escapan completamente a su dominio o conocimiento.
Hablar y hablar como los habitantes de Atenas, Grecia que en la época del apóstol Pablo discutían de todo y por todo con tal de llegar a una verdad que le permitiera encontrar sentido a su vida, pero en realidad lo único que hacía todo ello era aumentar falsas ilusiones porque nunca llegaron a una verdad que en realidad pudiera hacerles llevadera la vida.
Salomón hace una interrogante para hacernos ver que hablar y hablar o discutir y discutir para llegar a una verdad no sirve para nada y tampoco se gana nada. En otras palabras que es improductivo asumir esa actitud porque no nos conducirá a algo provechoso. En realidad el hombre no tiene ni siquiera esa posiblidad porque el hombre en realidad no tiene nada.
La primera grande ignorancia de los hombres en la tierra es que no poseen nada. Nada hemos traído a este mundo y nada nos llevaremos de él, dice la Escritura para hacernos ver que hagamos lo que hagamos, saldremos de este mundo de manera idéntica como llegamos a él.
La muchas palabras no cambiarán esa realidad y lo único que provocarán es multiplicar la vanidad o aumentar las falsas ilusiones.
B. Ignora lo que es importante
En el verso doce Salomón lanza una interrogante extremadamente compleja: ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra?
El hombre desconce cuál es el bien para su vida. Muchos hombres creen que el bien reside en tener una fortuna como nos señala el capítulo seis de Eclesiastés. En este importante libro se han expresado otras verdades sobre la busqueda incesante del hombre para encontrar el sentido a esta vida.
Nos pasamos la vida buscando el bien que muchas veces confundimos y en realidad lo que encontramos es mal para nuestras vidas, pero como nos sentimos bien con lo que hacemos y con lo que decimos no nos percatamos que en realidad lo que estamos haciendo y en consecuencia viviendo es realidad una gran equivocación.
Salomón apunta esta pregunta con un agregado que nos estremece. En realidad nuestra vida es como una sombra, es decir es muy breve y por esa razón no nos podemos dar el lugar de ignorar cuál es el bien para cada una de nuestras vidas. El hombre a veces nunca descubre donde esta el bien de su vida y otra veces llega muy tarde.
Pensamos que llegamos al bien cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos, aun cuando ello implique vivir egoístamente. Pero tarde o temprano descubriremos que en realidad vivimos solo una ilusión porque ese estado en que pensabamos que todo era correcto.
El bien no está al alcance del hombre porque su naturaleza caída le impide descubrirlo y seguirlo. El bien está más allá de sus posibilidades y aunque ensaye practicarlo tarde o temprano descubrirá que le hace falta.
C. Ignora lo que sucederá en la tierra luego de su muerte
Salomón nos planta un interrogante feroz para la cual no tenemos respuesta: ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Nadie sabe lo que sucederá una vez que haya partido de este mundo. Deberíamos entonces ser un poco más humildes y sencillos. La muerte pone fin a la actividad humana sobre esta tierra y entonces comienza la desmemoria y de no ser por lo que dejamos como herencia no solo material sino también afectiva, corremos el riesgo de pasar al olvido.
En sentido estricto solo conocemos lo que sensorialmente percibimos. Pero una vez que los sentidos pierden su capacidad pasamos a la más ignorancia absoluta. Una vez que nuestra vida termina, concluye nuestra existencia y en consecuencia desconocemos todo lo que seguirá sobre este mundo.
La realidad del hombre sobre la tierra es en realidad lamentable y por eso se debate entre lo vano y lo eterno. Lucha consigo mismo por trascender, por encontrar sentido a lo que hace y el primer paso para lograr trascender es reconocer que ignoramos muchas cosas de las que a veces nos ufanamos.