La Biblia dice en Eclesiastés 5: 13-17
13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. 16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17 Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
Introducción
Salomón fue un observador obsesivo del enriquecimiento. Miró como se obtenían las grandes fortunas en su tiempo y los resultados que provocaban en quienes se afanaban por tener y acumular riquezas en su existencia y nos legó los resultados de esas observaciones para prevenirnos en un tema que siempre resulta atractivo.
El rey de Israel parece resuelto en hacernos comprender que, como decimos en México, no todo lo que relumbra es oro. Pensar que las riquezas solo traen bienes a la vida de las personas es equivocado porque tener mucho o poseer demasiado es también motivo de sinsabores y tristezas.
Al igual que en los versos anteriores donde señala que las riquezas solo se pueden contemplar y que muchas veces en lugar de darle descanso a quienes las poseen, en realidad les quitan el sueño, algo que para muchos resulta increíble, pero el Eclesiastés sabe de lo que habla.
En los versos que estudiaremos en esta ocasión nos ofrece la perspectiva de lo que sucede cuando una persona tiene mucho dinero y le llama mal o males que califica como dolorosos y grandes. Parece una contradicción pensar que tener mucho puede traer males, pero Salomón los encontró y comparte con nosotros su experiencia.
Una de sus intenciones es quitarle el velo que tienen las riquezas, presentarla en toda su crudeza para ofrecer a sus lectores en primer lugar una perspectiva real sobre el tema y también para hacerles ver que los ricos también sufren.
El libro de Eclesiastés tiene la intención de presentar ante todos la realidad que vive el ser humano en cualquier condición. No solo en la pobreza y en la riqueza, sin en todos los estados que puedan existir para comprobar su tesis de que debajo del sol todo es vanidad de vanidades.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque olvida que las riquezas también acarrean males
I. Mal doloroso
II. Mal grande
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno porque olvida que las riquezas también acarrean males y vive buscándolas o persiguiéndolas como si ellas fueran lo único que existe en este mundo y cuando llega a ellas o las obtiene se da cuenta que en ellas también hay sufrimiento.
Pero las riquezas no solo producen males cuando se obtienen. Las riquezas producen frustración en los seres humanos cuando no las obtienen. La gente se desalienta pensando que si tuvieran mucho dinero no sufrirían tanto como sufren por carecer de recursos económicos amplios. Esa es una gran mentira.
No existe un estado ideal. El hombre tiene que encontrar en la condición que esté el sentido de la vida. Las riquezas si no proceden de Dios nunca podrán llenar su vida. Eso no significa que el Señor lo quiera pobre. Al contrario desea que viva bien, pero que disfrute lo que tiene sin angustia y desesperación.
Los hombres le huimos a los males. La palabra males que usa el autor de Eclesiastés procede de la raíz hebrea “ra’” que tiene varias traducciones a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Algunas de ellas son desagradable, dolor, infelicidad, miseria y por supuesto todo aquello que ofende y fastidia a Dios.
Las riquezas no necesariamente exentan a los hombres de enfrentar males. Las riquezas pueden traer también miseria moral, infelicidad y dolor, que es de lo que nos va hablar el Predicador en este verso que hoy estudiamos.
I. Mal doloroso
El verso trece de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano.
Las riquezas se pueden convertir en un mal doloroso, dice Salomón. Es interesante notar que no solo pueden ser malas, sino también dolorosas.
La palabra “doloroso” procede de la raíz hebrea “chalah” que se traduce como enfermedad o herida grave y por consecuencia que produce dolor. La frase mal doloroso que usa la versión Reina Valera 1960 algunas versiones la traducen como un mal terrible o una cosa realmente lamentable.
Salomón dice que lo que a continuación va a señalar es un problema muy grande y, ¿cuál es ese problema? Las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas ocupaciones. Las malas ocupaciones son traducidas en casi todas las versiones como malos negocios o inversiones arriesgadas que dejan pobre al que tenía mucho dinero.
El dinero se puede esfumar con mucha facilidad eso es lo que Salomón está diciendo. Las riquezas que se acumularon con mucho esfuerzo y con muchos padecimientos, pueden desaparecer de un momento a otro y ese es un mal doloroso o como una enfermedad que trae consigo mucho dolor.
Y claro que es doloroso que tanto esfuerzo por obtener dinero. Tanto trabajo y afán termine en nada. Por eso Salomón expresa esa frase. Es muy lamentable guardar y guardar dinero, para que en una sola decisión desaparezca todo o se pierda de una forma muy rápida. De que valió tanto desvelo si al final el poseedor de los bienes se queda sin nada.
A lo largo de la historia contemporánea hay muchos ejemplos de hombres y mujeres que se esforzaron por obtener dinero y lograron tener muchos tesoros, pero en un mal negocio perdieron lo que tenían. Por ejemplo en México muchos deportistas que alcanzaron la cúspide del éxito y en consecuencia tuvieron mucho dinero, terminaron muy pobres.
Quizá uno de los casos más emblemáticos de esta verdad fue el jugador paraguayo, Salvador Cabañas que con grandes contratos con uno de los equipos más populares en México quedó en la ruina luego de que sufrieran un percance en la ciudad de México donde fue lesionado en la cabeza con una arma de fuego.
Y así como este caso muchos más. Salomón no exageraba ni inventaba. Sus palabras son el resultado de la observación que hacía de sus compatriotas y otros lugares que tenían dinero y que lo guardaban sin saber que se esfumaría como se esfuma el humo o la neblina por el viento.
Salomón denomina a esa situación un mal doloroso para mostrarnos que el dinero puede traer consigo situaciones que no imaginamos y que en muchas ocasiones es solamente un espejismo porque podemos terminar en el mismo lugar de donde salimos, pero con mucha frustración.
Pero no solo puede haber un mal doloroso, sin también un gran mal cuando se trata de las riquezas y es que después de tener mucho no tener absolutamente nada. De eso habla Salomón en los siguientes versos.
II. Mal grande
La última parte del verso trece y los versos catorce al diecisiete dicen de la siguiente forma:
Y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. 15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.16 Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17 Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
Salomón dice que hay un gran mal con las riquezas. Ese mal es que después de tener mucho dinero, no se tenga para dejar nada a los hijos y que se vaya de este mundo tal como llegó a él: sin nada porque entonces de qué le aprovechó o de que le sirvió trabajar en vano y terminar sus días en la miseria.
De la opulencia a la indigencia es el resultado de creer que las riquezas son eternas o que solo generan bienes. Esa mentira ha engañado a muchos y se han esforzado abriéndose paso con mentiras y acciones que atentan contra la santidad de Dios con tal de tener bienes y posesiones.
Terminar en la miseria después de haber tenido mucho es un gran mal. Eso es lo que afirma Salomón para darnos cuenta de que las riquezas no generan en automátio los bienes que muchos esperan y a veces provcan justamente el efecto contrario de lo que se esperaba.