La Biblia dice en Eclesiastés 8: 10-11
10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad. 11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
Introducción
El verso diez esta traducido en dos sentidos en las versiones de la Biblia. Una de ellas es la que tenemos en la versión Reina Valera 1960 que es parecida a otras versiones, pero en algunos textos desaparece la comparación entre los inicuos sepultados con los que frecuentaban el lugar santo para quedar de esta manera:
“He visto que hay malvados que reciben honores en su entierro. Sin embargo, eran los mismos que frecuentaban el templo, ¡y hoy se les alaba en la misma ciudad donde cometieron sus delitos! Eso tampoco tiene sentido.” Esta la encontramos en la versión Nueva Traducción Viviente de la Biblia.
Así la reproducen otras versiones. ¿Cuál es la diferencia o donde está el cambio? La primera traducción hace una especie de comparación entre los funerales de un impío y el olvido de los justos, mientras que en la segunda lo único que se hace es hablar de los malvados y el trato que reciben cuando fallecen.
Utilizaremos la primera debido a que es la que encontramos en el texto original y es la que también utilizan los hebreos en su Tanaj o Biblia de treinta y nueve libros. Así la traducen en esa versión: “Y vi (también) cómo sepultaban a los inicuosen su lugar de reposo, y cómo los justos se iban del lugar santo y eran olvidados en la ciudad. También esto es vanidad.”
Lo que el Predicador quiere comunicarnos es la contradicción que se vive en el mundo cuando una persona muere. Sin importar su conducta o estilo de vida fue dañino, la muerte parece redimirlo de sus responsabilidad. En cambio los justos que vivieron de manera piadosas son olvidados.
El Eclesiastes nos lleva a considerar el resultado de la impunidad o falta de castigo a quienes hacen mal y lo que muchas veces le ocurre a los hombres que hacen el bien que son olvidados como si sus obras hubieran sido dañinas para las personas que los rodeaban.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno porque premia la maldad y olvida la justicia
A. Reconoce a los malvados cuando mueren
B. Olvida a los justos cuando mueren
C. Omite castigar la maldad
La muerte suele ser injusta con los malvados y con los justos. Con los malvados porque cuando fallecen se olvidan todos sus equivocaciones y se les rinde tributo como si su conducta mereciera recordarlos o si quiera elevar palabras de agradecimiento, pero cuando desaparecen físicamente se les perdona todo.
Y en el caso de los justos, en ocasiones, pasan rápidamente al olvido, son puestos en la desmemoria y a pesar de que se condujeron con propiedad y con decoro, la sociedad donde vivieron pasa rápido a desconocerlos, aun cuando su vida fue un ejemplo de virtud y piedad en todos los ámbitos.
Salomón nos va a llevar a ese tema para saber las grandes contradicciones humanas, particularmente las relacionadas con la muerte de malvados y piadosos que llevan a las personas a valorar más a unos que a otros debido que muchas veces la maldad no se castiga y la gente cree o piensa que una conducta equivocad en realidad no tiene ningún mal.
A. Reconoce a los malvados cuando mueren
Salomón observó la forma en que los seres humanos tratamos a los muertos, la muerte hace olvidar sus malos hechos y a veces hasta sus mas despreciables desviaciones, todo porque han partido de este mundo, que en lugar de sancionarlos o condenarlos por su licenciosa conducta, los admira y pone en alto, solo por haber muerto.
Uno de los ejemplos recientes de esta verdad la encontramos en la muerte del futbolista Diego Armando Maradona.
Aquí un párrafo sobre su vida escrito por el periódico argentino El Clarín:
“Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano. El que fue reconociendo hijos como quien trata de emparchar agujeros de su vida.”
La vida personal de este buen futbolista fue un verdadero desastre, pero a su muerte se convirtió en una leyenda del fútbol.
Otro ejemplo de este cambio de forma de ver a las personas una vez que mueren, la encontramos en el cantante mexicano Juan Gabriel:
“Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es pues clasista me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas su histeria no por melodramática sino por elemental su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía pero condicionado como estoy por mi circunstancia no puedo evitar reaccionar como reacciono”.
Escribió el periodista Nicolás Alvarado unos días después de la muerte del cantante mexicano y fue despedido de TV-UNAM, el canal de la universidad más importante de México.
B. Olvida a los justos cuando mueren
Salomón miró y descubrió que cuando un justo o piadoso moría, su sociedad le echaba al olvido.
Una persona que hace el bien, que vive de acuerdo a valores y principios no parece resultar muy atractiva para imitar y entonces las sociedades sufren amnesia con ellos y en lugar de montarles un nicho de honor o por lo menos recordarles periodicamente, los dejan perderse en el olvido.
Para Salomón es insoportable el hecho de que un hombre de bien sea olvidado. Dice claramente que es vanidad o una ilusión o querer atrapar el viento con una mano. Pero además de que es vanidad, también es algo sumamente grave que la gente reconozca a un malvado y olvide rapidamente a un justo.
C. Omite castigar la maldad
El verso once de nuestro texto dice de la siguiente manera:
11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
Es evidente que una sociedad venera a sus muertos aunque hayan llevado una vida licensiosa porque no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, es decir, en la medida que una sociedad omite castigar la maldad de sus miembros tarde o temprano serán reconocidos los malvados y no los piadoso.