La Biblia dice en el Eclesiastés 12:6-7
6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; 7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
Introducción
Salomón esta por concluir su libro y nos presenta la realidad de la desaparición física de todos los seres humanos generación a generación. La muerte es el fin de todos. De manera poética de nueva cuenta nos habla de la conclusión de la vida a través de cuatro ejemplos muy concretos.
La via como una cadena de plata se quiebra. El cuenco de oro no se ha roto. El cántaro no se ha quebrado y la rueda o polea del pozo tampoco se ha roto. Hay algo en común en estos cuatro ejemplo y es la palabra “quebrar” o “romper”. Ambas expresiones resalta una característica fundamental de la vida: es frágil.
Los hombres tienen una existencia que se puede romper rápidamente. Esa fragilidad los acompaña durante toda su vida, pero se acentúa cuando se llega a la tercera edad. Esa es la intención del Eclesiastés cuando nos presenta el fin de la existencia humana con cuatro ejemplos muy conocidos para sus lectores.
El rey sabio de Israel nos está comunicando una verdad muy importante: todos los seres humanos son endebles y delicados. De pronto los seres humanos pensamos que tenemos mucha fuerza o que nuestra vida depende de nosotros cuando en realidad es más quebradiza de los podemos imaginar.
Salomón está hablando de la vejez, pero en los versos que estamos meditando en esta ocasión podemos apreciar claramente que la existencia humana se puede acabar antes de lo que tienen previsto las personas porque los ejemplos que usa para hablar del fin de la vida humana tienen una estrecha relación con lo inesperado.
Las personas asumimos que viviremos mucho tiempo. Nadie piensa que su vida terminará cuando menos lo piense. Pero esa es una realidad que debemos aceptar nos guste o no nos guste. Cierto, resulta desagradable pensar en que no vamos a vivir mucho, pero el planteamiento del Predicador es real.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque ignora que la vida es un don de Dios
A. El fin del hombre es volver al polvo
B. El origen de la existencia es Dios
La intención del autor de Eclesiastés es que comprendamos que si vivimos es por un acto de la bondad de Dios. El autor de la existencia humana es Dios. Tenemos un nuevo día gracias a su bondad. No se trata de suerte ni de algún mérito el hecho de vivir, sino de una expresió plena del amor divino.
A. El fin del hombre es volver al polvo
El destino del hombre era vivir eternamente. El pecado de Adán truncó ese propósito del Señor y el hombre tiene que morir. Esa es la gran tristeza del hombre y su gran lucha interior: saberse que eterno, pero tener que pasar por la muerte. Ese suceso lo marca desde que nace.
La primera parte del verso siete dice de la siguiente manera: “y el polvo vuelva a la tierra, como era.” Esa es una forma de expresar que el hombre ha de morir porque así esta determinado por el Creador. Se trata de una verdad que el hombre acepte o no, rechace o no habrá de cumplirse siempre.
Esta verdad no está sujeta a discusión. No hay escapatoria, todos los hombres perecerán y volverán a la tierra de donde fueron tomados, según leemos en el libro de Génesis cuando Dios formó al hombre y a la mujer y les puso en el huerto del Edén, pero ellos desobedecieron.
Génesis 3:19 dice así: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” El hombre fue formado a partir del barro. El barro es polvo. Desde esa descripción de su origen el hombre debería comprender que su naturaleza es sumamente débil.
El hombre nace y muere como un ciclo inevitable. La vida es una lucha contra la muerte. La evitamos desde que nacemos, pero sigue siempre agazapada tratando de acabar con nosotros.
B. El origen de la existe es Dios
Como lo he dicho en otras ocasiones, Eclesiastés no es un libro filosófico como el de Socratés, Platón o Aristoteles porque estos pensadores buscaban el origen de todas las cosas y Salomón parte de una verdad absoluta: Dios es el origen de todo. Salomón no necesita inferir nada, tampoco necesita elucubrar nada. Todo parte de Dios.
La segunda parte del verso siete dice de la siguiente forma: y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
El origen de la vida está en Dios. Dios es quien origina o hace posible la existencia humana. Existir es un don que Dios le da a los hombres y por eso cuando el determina que ha llegado el fin de un hombre o una mujer sobre esta tierra sencillamente le recoge su espíritu que ha depositado en él y la persona muere.
Los seres humanos no existimos por nosotros mismos. El salmo cien dice al respecto: Reconozca que el Señor es bueno; él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Esta verdad puede cambiar radicalmente nuestro concepto de la vida si lo llegamos a asimilar porque no nos pertecemos a nosotros mismos.
Somos la idea, el pensamiento y el proyecto de Dios quien decidió darnos la vida para venir a la tierra y cumplir el propósito eterno que él había trazado para nosotros y nos iremos de esta vida justo cuando el Creador así lo decida. No antes, no después, pero justo en el momento oportuno sí.