La Biblia dice en Eclesiastés 11:3-9
4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. 5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. 6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
Introducción
Salomón continúa con el tema del futuro. Sigue tratando de convencernos de que el futuro es incierto, pero no por ello debemos paralizarnos. El futuro se desconoce, pero eso no debe traducirse en temor. Cuando tenemos miedo nos falta arrojo y no nos arriesguemos a llevar a cabo planes y proyectos.
El autor del Eclesiastés nos está presentando las razones que hacen que el hombre no se mueva por miedo al futuro. El quiere que sepamos que el futuro es incierto, sí, pero no para asustarnos, sino para luchar contra la incertidumbre que trae consigo el porvenir y pongamos manos a la obra para fijarnos metas.
El ser humano vive una sola vez y el Qohelet desea que no pierda oportunidades, que no cancele planes, que se arriesgue, que sea arrojado y que no se detenga solo por no contar con las condiciones propicias para acometer empresas, luchar por ideales y pugnar por sueños y anhelos.
Desde el primer estudio basado en el verso uno que dice, echa tu pan sobre las aguas porque después de muchos días lo hallarás, en el que se le pide generosidad para enfrentar lo incierto, ahora Salomón busca alentar y empujar a sus lectores para no caer en la apatía a causa del futuro.
Y en los versos que en esta ocasión meditaremos procura que su auditorio comprenda que tener todas las respuestas para comenzar a obrar, o querer las mejores condiciones para enrolarse en un proyecto o que se alineen todas las circunstancias para emprender es algo que nunca va a suceder.
Esperar que eso ocurra hará que pospongamos una y otra vez nuestros objetivos de vida y cuando menos nos demos cuenta los años habrán pasado y, entonces, nos reprocharemos una y otra vez la razón por la que no actuamos, nos cuestionaremos por qué no “nos aventamos” como decimos en México.
Entonces, nos daremos cuenta (tarde) que la vida implica riesgos, riesgos razonables, pero riesgos al fin y al cabo. La vida jamás se enfrenta sin dificultades, las dificultades forman parte de los obstáculos que habremos de sortear para alcanzar nuestra realización personal.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque lo vence la incertidumbre
A. Al contemplar los riesgos
B. Al ignorar que Dios hace todas las cosas
C. Al desconocer que es lo mejor o lo bueno
La incertidumbre es un estado de ánimo que llega a la vida de todos. Conforme avanza el tiempo de nuestra estancia en la tierra el futuro nos va llenado de miedos y a veces hasta de terror. De hecho la incertidumbre nunca desaparece. Siempre está allí tratando de encadenarnos para no hacer nada.
A. Al contemplar los riesgos
El verso cuatro de nuestro estudio dice así:
El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.
En esta vida todo tiene un riesgo. De hecho vivir es un riesgo porque uno puede morir en cualquier momento y a partir de esta verdad construimos realidades al respecto que nos pueden llenar de miedos.
Salomón dice que hay una clase de personas que se dedica a mirar exclusivamente los riesgos de una actividad. El ejemplo que nos pone es el de un campesino que mira excesivamente el viento y las nubes y por eso ni siembra ni cosecha. La frase es una expresión que nos lleva a mirarnos a nosotros mismos cuando frente a un reto lo único que vemos son los riesgos.
Como a los diez espías que fueron enviados por Moisés a reconcer la tierra que les había entregado ya el Señor, solo vieron a los gigantes hijos de Anac y las grandes ciudades y le dijeron a Moisés que la conquista nunca se llevaría a cabo en esas condiciones. Solo Caleb y Josué vieron las cosas distintas.
La incertidumbre vive con nosotros y se acrecienta cuando estamos frente a un proyecto o plan de vida. Es es vocecita o vocecilla que nos atosiga con sus intrigas sobre el futuro, que nos paraliza haciéndonos ver solo los inconvenientes, sin incluir nunca los grandes beneficios que podemos obtener si obramos.
B. Al ignorar que Dios hace todas las cosas
El verso seis de nuestro pasaje en estudio dice de la siguiente manera:
Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Salomón recurre también a un ejemplo muy sencillo, pero muy ilustrativo a la hora de hacernos reflexionar que hay muchas cosas que ignoramos cómo se procesan y las esperamos. Un hijo o un bebé en el vientre de la madre es el claro que ejemplo que hay muchas cosas incomprensibles en la vida y no por eso no suceden.
Dios se abroga el exclusivo derecho del futuro. No es que él vaya al futuro y haga cosas para luego regresar al presente. Nada de eso. En realidad Dios vive en la eternidad. Él vive sin las limitaciones propias del hombre con el tiempo. Él es eterno y no tiene presente, ni pasado o futuro. En realidad es antes de todas las cosas.
El Predicador quiere subrayar con este verso la verdad de un Dios que hace muchas cosas que el hombre ignora. No sabe cómo se forman los huesos de un feto ni cómo ese milagro se desarrolla en el vientre de la madre. Tampoco sabe el camino del viento y así muchas otras cosas.
La incetidumbre por no saber que dapara el futuro de ningún modo justifica al ser humano porque hay otras muchísimas cosas más que no sabe y sin embargo vive aceptándolas y benficiandose de ellas.
Salomón dice que Dios hace todas las cosas y así como moldea al ser humano en el seno de una madre con esa misma perfección interviene en el futuro para acomodar circunstancias, para modificar situaciones y para derribar barreras a fin de que los arrojados que planea razonablemente a luz de su revelación terminen sus planes satisfactoriamente.
C. Al desconocer que es lo mejor o lo bueno
El último verso de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
El hombre debe esforzarse siempre sin preguntarse o cuestionarse sobre el futuro porque no tiene la capacidad de distinguir lo que es mejor y lo que es bueno, no en este tiempo ni para este tiempo, sino más bien para el futuro.
No sabe que lo que tal vez está haciendo ahora redundará para el futuro y por eso el Eclesiastés dice que no sabe qué es lo mejor o lo bueno. El hombre ignora, es incapaz y no puede desentraña el gran misterio que encierra el porvenir y por eso debe acometer con decisión y empeño nuestro planes y proyectos.
Lo peor que puede hacer un hombre o una mujer es detenerse y dejar de hacer por el solo hecho de no saber lo que le deparan los días siguientes. Al contrario eso lo debe hacer redoblar su esfuerzo. Ese es el sentido de siembre tu semilla en la mañana y en la tarde no dejes reposar tu mano.