Eclesiastés 10: 5-7
Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: 6 la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
Introducción
Salomón fue un gobernante. Ejerció el poder. Dirigió a miles de hebreos. Enfrentó guerras, resolvió problemas internos, juzgó casos entre su pueblo. Convivió con otros gobernantes y también observó la vida en ese espacio de la existencia humana y nos legó sus observaciones en estos versos.
Por supuesto que fue un rey con aciertos y con yerros. No era perfecto, pero sí bastante más sabio que sus antecesores y sucesores, y no dejó sin revisar lo que acontecía en las cortes que administraban los príncipes como llama a los que hoy conocemos como gobernantes.
Un error muy común es creer que la Biblia no dice nada sobre el gobierno o sobre los gobiernos o sobre cómo dirigir una nación, un pueblo, un país. La Biblia dice y mucho de cómo se debe conducir un gobernante para que su pueblo tenga ánimo para apoyarlo, pero también nos dice lo que un mandatario puede hacer para ser odiado.
En el estudio de este día, el rey sabio de Israel nos va a llevar a un tema que discutimos en ocasiones y sufrimos casi siempre: el tema del gobernante y sus colaboradores. Es un hecho que en la mayoría de los países democráticos se vota por un presidente que llega al poder en base a los votos que consiguió.
Su carisma o su personalidad hacen que llegue al poder. También puede llegar al poder por el hartazgo ciudadano y en pocas ocasiones porque sus propuestas de gobierno son convincentes, sin embargo en muchísimos casos sucede un fenómeno recurrente: elige malos colaboradores.
Y ese es el punto del que Salomón nos va a hablar: del príncipe que se rodea de incapaces y segrega o relega a todos aquellos que pudieran ayudarle mejor porque tienen una formación o experiencia, pero el gobernante opta por los inexpertos ya sea porque son sus amigos y en ocasioens porque son su familia.
Desde hace miles de años los gobernantes han hecho lo que hoy en día vemos: rodearse de colaboradores que no reúnen el perfil que reclaman sus responsabilidad.
El hombre se debate entre lo vano y lo eterno
Porque vive bajo la autoridad de malos gobernantes
A. Que se equivocan reiteradamente
B. Que encumbran incapaces
C. Que prescinden de los capaces
En el mundo entero, pero particularmente en América Latina, los líderes políticos que llegan a la primera magistratura del país son vistos como salvadores de la patria, como hombres revestidos de cierto halo de grandeza y con todos los poderes mundanos para sacarlos de su marginación y atraso para siempre.
Sin embargo, una y otra vez, las decepciones llegan a veces tempranamente cuando se descubre a los colaboradores que eligen para gobernar a sus compatriotas. De eso nos habla Salomón en estos versos.
A. Que se equivocan reiteradamente
El verso cinco de nuestro texto de estudio dice de la siguiente manera:
Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe:
El príncipe, señor o gobernante se equivoca, dice el Eclesiastés con toda la autoridad que tiene nacida de su aguda observación. Los gobernantes no son perfectos, tienen errores, fallas y en ocasiones dichas fallas son tan grandes que los resultados son catastróficos para muchos de sus coterráneos.
Pensar que todo lo que hace un gobernante es perfecto es una grave equivocación. Los elegidos para dirigir una nación tienen fallas y a veces son severas. Un mal diagnóstico, un mal informe o una mala interpretación de un hecho puede hacer que asuman una acción equivocada.
Salomón dice que observó un mal en la tierra a manera de error de parte del príncipe, es decir conoció de primera mano sus fallas del hombre más importante, en ese entonces, de un reino o una monarquía. El equivalente en estos días sería un gobernante de un país o un pueblo.
En nuestro querido México hemos visto tantos errores que hasta nos hemos acostumbrado a ellos. Ni que decir de nuestra amada América Latina, yerro tras yerro, decenas de gobernantes han dejado a su paso una estela de frustración y decepción al llegar al poder.
B. Que encumbran incapaces
La versión Reina Valera dice así “la necedad está colocada en grande altura” y otras versiones simplemente traducen: “el necio está encumbrado en altos puestos” para señalar un gravísimo mal que cometen los gobernantes casi en todo el mundo: rodearse de gente incapaz.
La mayoría de los gobernantes toman solo dos decisiones: nombran a sus colaboradores por capacidad o por lealtad. Pueden ser muy capaces, pero no los consideran leales o de confianza y entonces deciden tomar como sus colaboradores a leales, aunque no sean capaces.
Vemos, entonces, personas que no tienen el perfil para estar en un puesto, pero los nombran. Lo importante es que estén allí porque a veces serán sus cómplices aunque sea un verdadero desastre el trabajo que desempeñen o la responsabilidad que tengan.
En todo el mundo tenemos muchos casos de personajes que fueron encumbrados en un puesto porque eran amigos del presidente o primer ministro, pero nunca estuvieron a la altura de su encomienda por la sencilla razón de que no tenían ni la formación, ni la experiencia para ese trabajo.
Salomón dice que “el necio está encumbrado en altos puestos” porque así lo decidió el rey o el gobernante. Es una grave equivocación que puede generar y genera un gran mal, sobre todo cuando la responsabilidad asignada tiene que ver con aspectos fundamentales de la vida de los gobernados.
C. Que presciden de los capaces
Dice Salomón que “los ricos están sentados en lugar bajo”, según la versión Reina Valera 1960. La versión la Biblia de América dice así: “los que valen ocupan puestos insignificantes”.
En todos los lugares hay gente capaz, con preparación, con profesionalismo y sobre todo con gran responsabilidad, pero generalmente a esta clase de personas no se les toma en cuenta y al contrario se les relega o el príncipe o gobernante los hace a un lado porque no cumple con lo que él considera más importante: la lealtad.
El gobierno a veces escoge personas sin méritos académicos y experiencia laboral para tareas que requieren, reclaman y exigen niveles de preparación en los que se tiene bajo su responsabilidad millones de vidas de seres humanos que dependen de una sola decisión, que si se toma mal han quedado afectados por muchos años.
¿Hay gente capaz para colaborar con el príncipe? Claro que sí. ¿Por qué los relega? Por alguna razón desconocida opta por personas que no reunen los mínimos indispensables y se deja llevar por sus amigos o familiares.
En ocasiones llega a ser tan evidente este gran mal entre los gobernantes que el Predicador lo consignó de manera magistral en el verso siete que dice de la siguiente manera:
Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
Es una hipérbole o exageración que utiliza el autor del Eclesiastés para hacernos notar el tamaño del mal cuando se desprecia a una persona capaz y se nombra un perfecto ignorante.