La Biblia dice e 1ª Tesalonicenses 5:16
“Estén siempre contentos.”
Cuando Cristo le pidió a Ananías que fuera a orar por Pablo que había quedado ciego en el camino a Damasco y que sin poder ver había llegado a ese lugar, le anunció que Pablo sería su servidor y que padecería mucho por causa del evangelio, lo que en efecto sucedió porque de ciudad en ciudad a donde predicaba su vida siempre corrió peligro.
En Tesalónica la experiencia no fue diferente. En su segundo viaje misionero llegó hasta allí acompañado de Silas y luego de predicar a Cristo en la sinagoga de los judíos, fue acusado falsamente de predicar en contra el imperio romano al anunciar a Jesús como rey para acusarlo de sedición y fue perseguido de tal forma que tuvo que salir huyendo de noche de allí.
Y así hasta el último momento cuando en Roma fue abandonado por todos en su segundo cautiverio, antes de morir decapitado por ser ciudadano romano ya que a los extranjeros crucificaban, pero a un connacional le cortaban la cabeza, de tal manera que así padeció el martirio apóstol Pablo.
Y ese hombre nos pidió estar siempre contentos porque aprendió a vivir sobre la circunstancias. Su última carta dirigida a Timoteo no es la de un hombre resentido con la clase de vida que llevó. Tampoco es una epístola de un ser frustrado por todo lo que padeció, no, sino una poderosa llamada a confiar siempre en Dios.
El desafío más grande que el creyente tiene en su vida cotidiana es vivir contento. Si las cosas marchan bien es imperdonable que una persona viva con molestia si tiene resueltos sus problemas básicos, pero si las cosas marchan mal es allí cuando se necesita vivir con alegría que es una manera de confiar en que Dios sabe todas las cosas.
La alegría en el bien no tiene mayor mérito. Hasta los injustos viven felices cuando todo marcha bien. Pero el gozo en la adversidad es valioso y necesario porque nos ayuda a enfrentar con la mejor de las actitudes esos episodios que vienen a nuestra vida cuando menos los queremos.
La alegría es contagiosa, saludable y sobre todo ayuda a entusiasmar a quienes nos rodean porque es plantarle la cara a lo absurdo que arriba a nuestras vidas sin que se le llame y sin permiso alguno.
Así que luchemos día a día para vivir contentos. Ante lo que marcha mal tengamos alegría que es una manera de decirle a Dios que confiamos totalmente en su poder soberano y que rebimos de él tanto el bien como el mal.