La Biblia dice en Mateo 13:44
Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozozo por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
Solo Cristo podía con su infinita sabiduría ilustrar magistralmente el sentido del reino de los cielos en una breve historia que nos acerca para valorar, ponderar y abrazar la verdad de sus enseñanzas sobre lo desconocido que para sus interlocutores representaba el reino de Dios en esta tierra.
Jesús quería que ellos y nosotros comprendiéramos el valor incalculable del santo evangelio comparándolo con un tesoro escondido que han existido y existen y que los escritores han utilizado en novelas y cuentos para desarrollar historias cautivadoras como la del Conde de Montecristo que encontró un gran tesoro que le ayudó a premiar y castigar.
De qué tamaño son las promesas del reino de los cielos que Jesús no tiene empacho en decir con toda su autoridad que quien lo encuentra es como si de repente se llenará de riquezas y bienes. Pues son enormes porque aporta a la vida del hombre bendiciones que no se pueden comprar con dinero o riquezas.
Nos da, por ejemplo, la paz del alma que no se puede comprar en ningún lugar, nos otorga la salvación de nuestras almas para siempre solo confensando que Cristo es el vicario de todos nosotros en la cruz del calvario, nos llena de gozo y alegría al saber de nuestro destino al fin de nuestro paso por la tierra.
Es de tal bendición el reino de los cielos que hay que esforzarnos por entrar en él, naciendo de nuevo, del agua y del espíritu y anteponiéndolo como lo más prioritario para nuestras vidas, haciendo a un lado cualquier compromiso que nos quiera separar o apartar de sus caminos.
El texto que hoy meditamos nos lleva a reflexionar en la frase “vendió todo” porque las demandas de Dios siempre son todo. Tenemos que dar todo como si se tratase de la más importante transacción económica porque lo que obtendremos de allí superará en mucho lo que en realidad invertimos.
Nuestra lucha siempre se da porque es un tesoro escondido. No está a la vista de todos. Pero existe y cuando lo encontramos se debe convertir en nuestra principal ocupación para obtener de él todas las riquezas. Con esta parábola Cristo quiso que comprendiéramos la naturaleza de lo que tenemos en nuestras manos.
Que valioso es el reino de los cielos, no lo desprecies, no lo descuides, guardarlo como el más grande tesoro de tu vida.