La Biblia dice en Juan 8:31-38

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.

Introducción

La verdad es uno de los temas favorito de Juan. Tanto en su evangelio como en sus cartas el vocablo lo utiliza de manera profusa. De hecho en su evangelio define a Jesús justamente como la verdad encarnada. El tópico le pareció muy importante al escritor del último volumen de la vida y obra de Jesús porque la falsedad sobre el Señor se estaba propagando.

Fue Juan quien escribe la desazón que había en el corazón de Pilato cuando interroga a Cristo y le pregunta: ¿Qué es la verdad? Juan 18: 38. Jesús habló mucho de ella, se la presentó a sus discípulos, la anunció a sus seguidores y la planteó claramente ante los escribas y fariseos, pero éstos no la comprendieron y en consecuencia no la aceptaron.

Para entender lo que Jesús quiso plantear cuando habló de la verdad debemos comprender o tener como referente el vocablo hebreo para esa expresión. En hebreo la palabra procede de la raíz “emeth” que se traduce simplemente como “verdad”, “firmeza” o “veracidad” en el Antiguo Testamento.

Los sabios de Israel tienen una interpretación sobre la palabra que está compuesta por tres letras la primera, la de en medio y la última del alfabeto hebreo. La verdad, dicen, corre de principio a fin. Otra interpretación es que sin la primera letra, la palabra verdad se convierte en muerte. Un hombre que no viven en la verdad vive muerto, interpretan gematricamente.

Hablar de la verdad era algo muy común entre los hebreos, solo que el acento entre los judíos era distinto que entre los griegos. Los judíos se inclinaban más bien en los actos, mientras que los griegos hablaban más del concepto, la idea o el pensamiento.

Es decir un asunto más teórico que práctico. La palabra griega para verdad es “altheía” que se traduce como sinceridad o sin falsedad. Es decir la verdad es todo aquello que no tiene mentira, ni hipocresía. Para los griegos el tema era importante por lo que diseñaron fábulas para hacerla comprensible.

Por ejemplo: Prometeo, un gran escultor fue el encargado del diseño de la diosa Altheía y cuando la estaba delineando en arcilla, Júpiter lo llamó y entonces dejó a su siervo Dolos para que la terminara. Éste en lugar de ello, fabrico otra deidad parecida a Altheía, pero cuando estaba por terminar y le faltaban los pies de su obra, regresó Prometeo.

Cuando vio las dos estatuas las metió al fuego en su horno y las dos salieron muy parecidas, solo que Altheía quedó en pie, mientras que la otra imagen no pudo sostenerse porque no tenía pies. La moraleja de la historia es que así es la verdad se sostiene por sí misma, mientras que la mentira siempre cae porque no tiene donde sostenerse o apoyarse.

El tema de la verdad, fue para Juan, un asunto fundamental en la iglesia primitiva que debía predicarse, que debía enseñarse y que debía declararse porque la verdad tiene una enemiga declarada que es la mentira y en este mundo hay muchos hombres y mujeres mentirosos y pocos que defienden la verdad hasta sus últimas consecuencias.

Juan nos presenta a Jesús hablando de la verdad con los judíos que habían creído en él. Les dijo que la verdad los libera. Algo que los hebreos que oyeron esas palabras no las creyeron ni las aceptaron bajo un argumento insostenible: ellos, le dijeron a Cristo, nunca habían sido esclavos.

Y así Jesús los llevó a un asunto que quería que comprendieran. Jesús quería que ellos conocieran la verdad para que fueran liberados, liberados del pecado que es al final de cuenta la fuente inagotable de grandes y persistente mentiras. El hombre acepta falsedades aunque le dañen, pero que no lo confronten con su condición espiritual.

El vital camino de lo natural a lo espiritual
Para conocer la verdad
A. Para vivir libres
B. Para escapar de la esclavitud

El hombre nace libre, así lo postulan todos los documentos oficiales nacionales e internacionales que defienden los derechos humanos en todo el orbe. La libertad es el bien por excelencia que da al hombre dignidad, que lo hace un ser completo para alcanzar sus sueños y sus anhelos.

Y no se equivocan ni la Constitución mexicana, ni los tratados internacionales: El hombre fue creado libre. Cuando Dios lo puso en el huerto del Edén le dio libre albedrío. Podía comer de todos los árboles del huerto, incluso del árbol de la ciencia del bien y del mal. Si el Señor hubiera creado un robot solo habría puesto árboles buenos y no ese.

El hombre fue creado para ser libre, pero la gran interrogante de todos los tiempos nace justamente de esta afirmación: ¿El hombre es libre? Y la respuesta nos lleva a profundizar en un tema que podemos entender bien a bien auxiliados por nuestro bendito Salvador Jesucristo.

A. Para vivir libres

Los judíos vivieron como esclavos en Egipto por casi cuatrocientos años. Y en ese tiempo vivían bajo el dominio romano. No era un asunto que no entendieran y Jesús les habla de esa libertad y de otra en los versos treinta y uno y treinta y dos.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

En estas palabras Jesú plantea varias verdades para los creyentes. La primera es que una vez que se acepta a Jesús en la vida de las personas comienza un proceso de liberación total y que se matiene si la persona permanece en su palabra. Es decir la libertad que Cristo nos ofrece y regala se consolida o se mantiene por la constancia y perseverancia en la Biblia.

La segunda verdad es que una vez que nos identificamos como verdaderos discípulos de Cristo entonces conocemos la verdad y ese conocimiento nos hace libres. De qué clase de libertad está hablando Cristo, una libertad que los judíos que no creían en él no entendieron porque de inmediato se refirieron a la libertad física.

Esa libertad es valiosa, significativa, importante y por la que se debe luchar y batallar porque fuera de la libertad cualquier otra condición para el hombre es indigna. Pero Jesús no habla de la libertad de tránsito, de expresión, de reunión, de culto que señala nuestra Constitución, sino de otra.

La verdad tiene como finalidad desatar la ligadura de opresión que hay sobre la vida de los seres humanos porque les permite conocer lo que sucede en realidad en su entorno. El mundo está bajo el dominio del maligno y en consecuencia es un mundo lleno de falsedades y mentiras.

El hombre puede ser libre físicamente, pero puede carecer de la libertad que le permite no solo para hacer lo que le plazca y le venga en gana, sino también de aquella libertad que le permita refrenar sus malos deseos y por consiguiente le evite hacerse daño o dañar a los demás.

B. Para escapar de la esclavitud

Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.

Los hebreos que escucharon a Jesús entendieron equivocadamente a qué clase de libertad los estaba llamando Cristo. Cristo estaba hablando de un libertad que no nace de ganar un conflicto armado, que no surge por vencer físicamente a los opresores, sino más bien es la derrota de otro gran enemigo.

El Señor es claro cuando le dice a sus interlocutores la clase de libertad que les está ofreciendo: la liberación del pecado. El pecado aprisiona y lleva al ser humano a cometer toda clase de actos no solo fuera de la ley, sino que también que le hacen daño a su persona y a quienes aman.

Jesús habla de los esclavos del pecado y pone un ejemplo corriente en aquella época: los esclavos no tenían derechos y podían salir despedidos en cualquier momento, no así un hijo que tenía todos los derechos de su padre. Ese ejemplo lo usa el Señor para enseñarnos que necesitamos y requerimos esa verdad que nos da libertad.

Esa es la única clase de libertad que nos hace verdaderamente libres. La que Cristo da y que nace justamente de conocer la verdad, qué verdad, la que Cristo nos dejó a todos a través de su palabra. La Escritura registra lo que Jesús enseñó a la humanidad para que mediante ella las personas pudieran acceder a vivir libremente.

Jesús fue muy claro: sólo él puede dar la verdadera libertad. Eso significa que hay otra clase de libertad, la física, la que nos hace movernos y decir lo que queremos, pero en definitiva es la única.

Los judíos se sentían libres, pero querían matar a Jesús. Esa libertad no sirve porque daña. La única libertad valiosa es la que destruye las cadenas del pecado.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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