La Biblia dice en Números 11: 26
Y habían quedado en el campamento dos varones llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento.
Moisés tenía sobre sí una gran carga porque llevaba sobre sus hombros gobernar a seiscientos mil hombres, sin contar niños ni mujeres, que habían salido de Egipto. Tenía que juzgar sus asuntos y además escuchar sus quejas en su recorrido por el desierto, que por cierto eran muchas.
Desesperado se dirigió a Dios para pedirle auxilio ante la caótica situación y Dios le respondió que eligiera a setenta ancianos del pueblo de Israel que constituirían el Sanedrín que le ayudaría a resolver los asuntos que los hebreos le llevaban y Moisés convocó a estos setenta hombres para que el Señor los invistiera del mismo espíritu que tenía el líder.
Los convocó Moisés y llegaron alrededor del tabernáculo solo sesenta y ocho porque Eldad y Medad no llegaron. La Escritura ha guardado silencio sobre la razón por la que ellos no llegaron. Algunos rabinos dicen que no lo hicieron porque eran muy humildes y se consideraban indignos de tal privilegio.
Sin embargo, lo que sí dice la palabra de Dios es que el espíritu de Dios vino sobre ellos y profetizaron. El hecho fue tan notorio que un joven dio la noticia a Moisés quien se alegró grandemente que el número del Sanedrín se haya completado, pero Josué su servidor, le pidió que les llamara la atención para que no lo hicieran. Moisés no le hizo caso, claro.
La historia de Eldad y Medad nos sirve para meditar sobre la soberanía de Dios para elegir a quienes han de servirle. Ellos fueron llamados al tabernáculo para recibir allí su nombramiento, pero no acudieron, sin embargo a la hora que los sesenta y ocho recibieron el espíritu que Moisés tenía, estos dos hombres fueron llenos y profetizaron.
Dios los alcanzó en el distante campamento para mostrar y demostrar a los hebreos que los llamados de Dios pueden ocurrir en donde quiera que se encuentren, siempre y cuando haya disposición de servirle. También era una manera de decirles que los elegidos eran personas del mismo pueblo y no de una élite especial elegida por Moisés.
El pueblo de Israel supo así que los hombres que ayudarían a Moisés estaban revestidos con la misma sabiduría que el líder de los judíos con lo que podían estar confiados en que resolverían los juicios con la misma solvencia que el llamado legislador de la nación escogida por Dios.
Si tu deseo es servir a Dios, pierde cuidado, lo harás donde estés. Él se encargará de dotarte de las herramientas necesarias.