La Biblia dice en Números 3:12

He aquí, yo he tomado a los levitas de entre los hijos de Israel e lugar de todos los primogénitos, los primeros nacidos entre los hijos de Israel; serán, pues, míos los levitas. 

Dios decidió que la tribu de Leví sería la encargada de servir en el tabernáculo en el desierto y a partir de ese momento en todo lo relacionado con la liturgia de adoración para siempre. Aarón y sus hijos, descendientes de levitas, también, serían los encargados del sacerdocio entre los hebreos. 

Fue una elección divina que se tomó con repercusiones espirituales y materiales. En primer lugar nadie más en el pueblo de Israel tendría la facultad de efectuar los sacrificios de las ofrendas, sino Aarón y sus hijos y tampoco nadie tendría el derecho de laborar en el tabernáculo y templo del Señor, sino solo los levitas. 

Su vida estaría dedicada a esta actividades y en consecuencia ellos no tendrían territorio en la repartición que se hizo cuando los israelitas conquistaron la tierra prometida de mano de Josué. Ellos se quedaron sin posesiones y vivirían solo de las ofrendas que sus hermanos llevarán al templo. 

Ellos no tuvieron elección. Tenían que cumplir con la designación que Dios había hecho recaer sobre ellos y así lo hicieron. Los descendientes de Aarón y los levitas entregaron su vida a esta labor, que a los ojos de muchos podría ser una injusticia porque ellos no lo pidieron, ni pudieron excusarse. 

Dios se tomó el derecho de darles su labor y lo hizo así porque los tomó en lugar de cada uno de los primogénitos que cada una de las familias de todo Israel debía de darle al Señor. Hay que recordar que cuando murieron todos los primogénitos de los egipcios en la última plaga Dios les anunció que cada primer hijo de los judíos sería suyo. 

Pero Dios cambió de parecer y solo se quedó con los levitas en representación de todo el pueblo, según leemos en el verso que meditamos. Con ello dejó en claro que los levitas habían asumido esa obligación en un acto de plena soberanía de Dios y en recuerdo que la vida de cada primogénito está en las manos de Dios. 

Los levitas sirviendo les recordaban a los hebreos que era como si cada uno de ellos estaba sirviendo. Correspondía ahora a ellos llevar sus sacrificios y venerar al Dios que los había salvado y había evitado la muerte de sus hijos. Cada levita sirviendo les recordaba la gran salvación que Dios había hecho por ellos. 

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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