La Biblia dice en Job 16:4
También yo podría hablar como ustedes, si su alma estuviera en lugar de la mía. Yo podría hilvanar contra ustedes palabras y sobre ustedes mover mi cabeza.
Job se dirige a sus amigos para precisarles que fuera del sufrimiento o en medio de una vida sin tribulaciones cualquiera puede teorizar, comentar y opinar sobre quien esta viviendo en gran tribulación porque eso lo puede hacer cualquier persona como ellos lo están haciendo con él, hablando por hablar.
Lo que el patriarca le está pidiendo a ellos es que se pongan en su lugar para ser más cuidadosos con lo que están diciendo. La empatía es tan necesaria e indispensable cuando de acompañar a alguien con dolor se trata. Sin esa capacidad lo mejor será no abrir la boca para nada.
Y es que ser afín, comprensivo y compasivo con quienes están viviendo con el dolor a flor de piel requiere sentirse identificado al cien por ciento. Las experiencias humanas en este mundo con el dolor son tan amplias que hay que estar siempre preparados, si es que eso se puede lograr, para simpatizar con una madre que ha perdido un hijo, por ejemplo.
Es de una imprudencia fenomenal asistir o acompañar con frialdad a un padre que ha visto desaparecer físicamente a su hijo, la esposa que ha quedado viuda, el esposo que ha perdido al amor de su vida para siempre, el hijo o hija que ha perdido a su padre o madre o ambos y todos los grandes dolores que hay en esta vida cuando muere un ser querido.
Si bien los amigos de Job habían llegado a visitarlo y acompañarlo ante la calamidad que había llegado a su vida, al cabo de algunos días comenzaron a hablar y le dirigieron palabras donde lo hacían ver como el único responsable de lo que estaba viviendo, sin saber que en realidad solo esperaba que lo consolaran.
Ellos no fueron lo suficientemente empáticos, carecieron de afinidad y compresión ante un hombre que había perdido a sus diez hijos, su fortuna y de paso su salud, una verdadera tragedia en la que no hay palabras para explicar el por qué de tanto y tanto dolor para una persona que servía a Dios con todo su corazón.
En medio del dolor de cada persona debemos pedir mucha sabiduría al hablar con ella o con él porque las fibras más sensibles de su ser han sido tocadas y su corazón está herido y requiere un bálsamo no vinagre para incrementar su sufrimiento.