La Biblia dice en Lucas 1:28
“Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.”
El encuentro entre el ángel Gabriel y la virgen María fue muy singular. Ella, a diferencia de Zacarías, se repuso rápidamente del temor que le produjo esa visita inesperada y sobre natural, tal vez por el afectuoso saludo que le brindó el enviado del Señor y sobre todo por las palabras que le dirigió.
Pero además del saludo, Gabriel le dijo tres cosas según la versión Reina Valera 1960: 1. Muy favorecida. Algunas versiones lo traducen como “llena eres de gracia”. 2. El Señor es contigo y 3. Bendita, tú entre las mujeres, lo que ha llevado algunos ha sobredimensionar el papel de María en el plan de la redención de Dios.
En realidad lo que el ángel le estaba diciendo es que ella era objeto del amor de Dios por lo cual se convertiría en la madre humana de Jesús. No en la madre de Dios. Era un vaso escogido para la realización del milagro más grande que ha ocurrido en este mundo: el nacimiento sobrenatural del Hijo de Dios.
Lo que Dios había decidido era hacer de ella una mujer sobre la que el Señor descargó toda su bondad. No era ella en sí misma, sino la misericordia de Dios que vio en su existencia la mujer idónea para la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Por eso Gabriel fue tan obsequioso con ella.
La palabra favorecida que usa el ángel nos puede auxiliar bastante para comprender que María al igual que nosotros necesitaba un Salvador. La expresión connota la idea de alguien a quien se ha llenado de gracia o se le ha saturado de la misericordia y la bondad de Dios por requerirlo grandemente.
No es que ella emitiera por sí misma gracia o que de su vida emanara compasión y bondad. Ella no era fuente, sino más bien recipiente. Su vida nos muestra la gran necesidad que todos tenemos de la infusión de gracia en nuestras vidas. Todos al igual que ella requerimos siempre del amor de Dios.
Y él nos prodiga su amor. Todos los seres humanos que hemos creído en Cristo Jesús somos muy favorecidos. El nacimiento de Cristo trajo a todos el favor de Dios que nos ayuda a sortear las grandes contradicciones de este mundo como a María le ayudó el difícil y duro trayecto de vida que a Jesús lo llevó a la cruz.
Que favorecidos somos todos cuando nos acercamos al nacimiento de Jesús para descubrir que su amor es incondicional y más allá de todo límite.