La Biblia dice en Filipenses 1: 12-18
12 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, 13 de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. 14 Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. 15 Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. 16 Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17 pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. 18 ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.
Introducción
La carta a los Filipenses es llamada la carta de la alegría. Nadie puede dudar de eso porque 16 veces aparece la palabra en toda la carta. El problema comienza cuando nos enteramos que el hombre que escribió esa carta estaba preso cuando la redactó. Preso injustamente porque no había cometido ningún delito.
De inmediato nos preguntamos cómo un hombre en esta situación pudo escribir una obra como esta qué estamos estudiando. Cómo visualizó la existencia humana o cuáles fueron sus referentes para llegar a esta conclusión, pero sobre todo que nos puede aportar a nosotros en pleno siglo XXI con sucesos que por mucho escapan a nuestra comprensión.
En momentos en lo que el confinamiento comienza a hacer estragos en la sociedad mexicana. Comprender el tipo de pensamiento o ideas que había en la mente de Pablo nos ayuda a enfrentar nuestros propios fantasmas que nos acosan y sobre todo nos entristecen porque parece que estamos condenados a cancelar nuestra vida social.
Pero Pablo nos ayuda mucho con su carta a los Filpenses y hoy tendremos nuestra primera razón o nuestro primer acercamiento a la manera en que Pablo enfrentó sus cadenas en la cárcel de Roma a donde fue llevado acusado de disolución por promover el evangelio de Jesucristo, el Salvador del mundo.
Confinados, pero contentos
Porque sabemos distinguir lo que sí es importante
Pablo supo distinguir lo que sí es importante
Estaba preso, pero en el pretorio se hablaba de Cristo
Estaba preso, pero otros se animaron a hablar de Cristo
Estaba preso, pero hasta sus adversario hablaban de Cristo
El verso doce de nuestro estudio dice así:
12 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio.
Pablo le dice a sus queridos hermanos de la iglesia de Filipos quiere que conozcan las cosas que le han sucedido. Es interesante la expresión “las cosas que me han sucedido”, no dice “cosa que me ha sucedido”. Este uso del plural muy probablemente se refiere a todos los sucesos ocurridos desde su detención en Jerusalén, su naufragio y encarcelamiento.
Todas esas cosas, dice el apóstol, han redundado, algunas versiones dicen han beneficiado; otras, han ayudado y otras han apoyado, más bien para el progreso o desarrollo del evangelio. La frase “más bien” que utiliza procede de una sola palabra griega: mallon, que se utilizaba para señalar una comparación para catalogar y priorizar los más importante.
Mallón es una palabra griega que tiene el sentido de alguien que observa lo que sucede en su entorno y tiene la capacidad de mirar lo más importante y lo logra distinguir de lo secundario o lo menos relevante. Y eso fue lo que hizo Pablo y supo que sus cadenas en lugar de detener el evangelio en realidad habían provocado su progreso.
Que importante resultó para Pablo distinguir lo verdaderamente importante de lo secundario. Jesús nos enseñó eso mismo y nos pidió que siempre estuviéramos alertas de no acometer lo accesorio sobre lo importante. Nos lo pidió cuando nos ordenó que no diéramos lo santo a los perros, ni las perlas a los cerdos.
Discutió con los fariseos porque convirtieron los medios en fines. De pronto entre los fariseos era más importante el día de reposo que quienes guardaban el día de reposo. Habían perdido el enfoque de lo importante. Saber distinguir las prioridades traerá inmensa alegría a nuestra vida como la trajo a Pablo.
I. Estaba preso, pero en el pretorio se hablaba de Cristo
El encarcelamiento de Pablo se convirtió en algo patente. La palabra patente es interesante. La palabra procede del griego “phaneros” que se puede traducirse como obvio, notorio, evidente, manifiesto o conocido en la populosa ciudad de Roma.
Su arresto no pasó desapercibido. Llegó hasta el pretorio. Se discute mucho sobre el significado de esta palabra. Algunas la asocian al palacio donde residía el emperador romano. Otros piensa que se trata de la guardia que protegía al emperador y otros que ambas.
Como sea el sentido de la expresión es que el evangelio estaba llegando al nivel más alto: los hombres del gobierno romano.
Los Filipenses entendían bien lo que Pablo estaba diciendo porque como ciudadanos romanos y residentes en una colonia romana tenían amigos, conocidos y hasta familiares relacionados con ese sector o área del gobierno romano.
Pablo estaba llevando el evangelio al pináculo del poder imperial de la poderosa Roma. Se alegraba de ello, pero también se gozaba porque no solo allí se conocía su situación sino también en otro lados. Sus cadenas habían pasado a segundo término porque su propósito esencial se estaba cumpliendo.
Encadenado, apresado o atado, Pablo veía como el evangelio avanzaba y así se lo compartía a sus amigos de Filipos para que no se entristecieran por su situación. Su vida había sido tomada por Jesús para alcanzar a los perdidos y eso justamente estaba sucediendo mientras estaba en la cárcel de Roma.
II. Estaba preso, pero otros se animaron a hablar de Cristo
El verso trece dice así:
14 Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.
Los creyentes cobraron ánimo. La palabra griega para esta frase es “peithó” que quiere decir se persuadieron o tuvieron seguridad y confianza. Los creyentes que supieron de las prisiones de Pablo en lugar de sentir miedo se convencieron de lo que habían creído y con firmeza y convicción anunciaron el mensaje de salvación.
Las cadenas de Pablo provocaron el efecto contrario al que pensaba el mismo apóstol. Los creyentes cuando lo vieron preso en lugar de echarse para atrás se llenaron de seguridad y sin temor o miedo comenzaron a predicar a Cristo. Ahora ya no solo era Pablo quien predicaba en Roma sino su encadenamiento había tenido un efecto multiplicador.
Ninguna actividad puede resultar más estimulante que animar a otros. Al hacerlo en realidad nosotros mismos nos estamos llenado de energía y por supuesto de alegría. Pablo dejó de ver o poner en primer lugar sus cadenas y supo que el entusiasmo que generó su prisión para que otros hablarán de Cristo era verdaderamente valioso.
Su confinamiento sirvió para que otros se despojaran de sus miedos y sus temores y se comprometieran con el evangelio de tal manera que comenzarán a compartirlo en medio de una situación donde se empezaban a visualizar los primeros signos de la persecución religiosa en Roma.
No fueron unos cuantos, dice Pablo que la mayoría de los creyentes estaban asumiendo esos riesgos y eso lo llenaba de inmensa alegría.
III. Estaba preso, pero hasta sus adversarios hablaban de Cristo
He de aclarar que Pablo no evadía la realidad. Era muy consiente de lo que sucedía en su entorno, por eso admite que algunos de los que predicaban en Cristo lo hacían no sinceramente, sino pensando añadir aflicciones a la prisión de Pablo.
El apóstol reconoce que sus adversario predicaban a Cristo por envidia y hasta por contender con él. Nunca dijo que predicaban alguna herejía. No predicaban a Cristo con motivaciones equivocadas, pero él supo rápidamente entender que de cualquier manera Cristo se estaba predicando.
Pablo lo escribió así:
15 Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. 16 Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17 pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.
Pero Pablo había aprendido a distinguir lo importante de lo intrascendente. Y eso le ayudó a comprender que mientras se predicara a Cristo, las motivaciones, aunque trataran de dañarlo, no importaba.
Por eso dice:
18 ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.
Pablo supo claramente que lo importante siempre debe estar por encima de lo intrascendente.