La Biblia dice en Salmos 22:12

“Mis enemigos me han rodeado como toros,como bravos toros de Basán.”

La ciudad de Basán es mencionada tempranamente en la historia del pueblo de Israel, cuando su rey llamado Og combate a los cansados hebreos que van arribando a la tierra prometida y una vez derrotado ese lugar es entregado a las tribus de Gad, Rubén y a media tribu de Manasés, quienes la usaron para críar ganado.

Desde esos tiempos los toros de Basán fueron famosos su ganado vacuno por su fortaleza, bravura y sobre todo por su carne que hacía las delicias de los hebreos y el rey David recurre a los toros de ese lugar para utilizarlos como un símil de la gravedad en que se encuentra ante sus adversarios que quieren a toda costa dañarlo.

El salmo veintidós es un salmo mesiánico. David miró la muerte del Señor en la cruz. Su experiencia, sin llegar al dolor y padecimientos de nuestro bendito Salvador, fue parecida a la de Cristo, que no idéntica. David padeció mucho, no tanto como el Señor Jesucristo, por esa clase de adversarios con poder.

Los toros de Basán eran fuertes, bravos y amenazantes, capaces de destrozar con su fuerza bruta a quien se les acercara. David se sentía así rodeado de esa clase de personas que rugen amenazantes su vida. Esa clase de personas que tienen las peores intenciones con nosotros para dañarnos.

Los episodios de la vida de David con Saúl nos hacen entender perfectamente a que se refiere David. Injustificadamente David padeció el poder real de Saúl. Fue perseguido y no en pocas ocasiones estuvo rodeado de adversarios que querían quitarle la vida, pero Dios siempre lo preservó.

Nos desalienta a veces saber que nos rodearán fuertes toros de Basán, pero nos alienta, fortalece y anima la experiencia del rey David porque siempre fue librado por el Señor de sus enemigos.

Nos perseguirán, sí. Pero Dios no permitirá a nuestros adversarios consumar sus malévolos planes.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

Deja tu comentario