La Biblia dice en Deuteronomio 32:11
“Como águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a volar, así el Señor extendió sus alas y, tomándolos, los llevó a cuestas.”
El águila es la única ave que transporta a sus críos sobre sus espaldas cuando los cambia de nido, las demás aves toman a sus hijos con las garras por el temor justamente a las águilas que los pueden devorar. La diferencia entre ser llevados sobre las alas y con las garras es notorio y abismal: es delicadeza contra rudeza.
Esa es la figura que Moisés usa cuando le escribe un canto al pueblo de Israel que Dios le ordenó que compusiera para que los hebreos se acordaran del trato que Dios les dispensó en su trayecto de Egipto a la tierra prometida ya que el Señor sabía que los judíos se rebelarían en la tierra prometida una vez instalados allí.
El canto que Moisés compuso y que quedó registrado en todo el capítulo treinta y dos del libro de Deuteronomio esta allí para recordarle a los hebreos el trato que Dios tuvo con ellos, la forma en que los condujo y sobre todo para que tengan presente siempre que Dios los cuidó en todo momento.
Dios fue bondadoso, amoroso y cuidadoso con su pueblo de manera idéntica que un águila cuando conduce a sus aguiluchos. Esa idea, pensamiento y verdad debía y debe quedar en nuestra mente y corazón cuando meditamos sobre el amor que Dios nos dispensa a todos sus hijos.
Dios de ninguna manera es rudo, negligente o descuidado con nosotros, al contrario nos protege con su amor infinito para que podamos cruzar o enfrentar los grandes desafíos que llegan a nuestra vida. Se trata de una verdad que satisface y colma nuestro corazón de seguridad y ahuyenta el temor.
Pensar,creer y vivir atesorando que el Creador nos lleva como un águila lleva a sus críos nos hace vivir plenos, sin miedos y sin dudas de su compañía, pero sobre todo nos hace existir con la certeza que Dios nos ayudará a remontar las circunstancias adversas que se presentan en nuestra vida.
Que mejor estampa que la de nosotros montados como los aguiluchos sobre el águila, guardados y protegidos en un mundo donde los peligros son constantes por la violencia, el odio y las rencillas. Dios nos resguarda para, como dice los salmos, nuestro pie no tropiece en piedra, ni el sol nos fatigue de día ni la luna de noche.