La Biblia dice en Efesios 2:10

“Pues es Dios quien nos ha hecho; él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, según él lo había dispuesto de antemano.”

La mayoría de los productos que se consumen en los países tienen una etiqueta que proporciona información a los consumidores. Una de ellas es el origen del artículo o producto. Así tenemos en México y otras naciones disponemos de cosas hechas en Estados Unidos, China, España, Filipinas, Brasil y otros muchos más.

El país de origen le da prestigio o le resta interés al producto; esa es una realidad porque nadie quiere comprar algo que de antemano sabe que fue producido en un lugar donde hace falta muchísima calidad. Es una realidad que determinados productos son rechazados con solo saber donde fueron fabricados.

El apóstol Pablo usa esta idea para decirle a los creyentes de Éfeso que ellos son hechura de Dios, es decir que fueron diseñados, producidos, construidos y perfeccionados por Dios. La frase de que somos hechura suya nos hace pensar en que Dios se dedicó con toda su habilidad a crear una clase de seguidores con los mejores estándares de calidad.

En la fábrica del Señor fueron elaborados creyentes que se distinguirán porque harán buenas obras. El Dios que obra el bien fabricó o hizo hombres y mujeres capacitados para hacer el bien. Nosotros por sí mismos somos incapaces de practicar la bondad porque tenemos una inclinación natural al pecado.

Pero Dios se dio a la tarea de construir en nuestros corazones la capacidad de ser bondadosos, hizo posible que anhelemos y practiquemos la benignidad no solo con quienes nos aman y tratan bien, sino aún con aquellas personas que nos hacen daño y nos provocan males.

Cuando Pablo sostiene que somos hechura suya, lo que esta reafirmando en los creyentes es el origen de su vida. Nosotros tenemos un diseño exclusivo de parte de Dios, nuestro corazón, nuestra mente, alma y espíritu fueron patentando en el cielo para procurar el bien a nuestros semejantes.

Somos hechos en el cielo y la manera en que se patentiza esta verdad es en las buenas obras que hacemos. No puede ser de otra manera porque Dios nos creó para eso. El resultado de la fe son las buenas obras. Eso no nace de nosotros, sino del Señor que nos fabricó exclusivamente para hacer el bien.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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